Eva siguió caminando hasta que alguien la llamó desde la limusina.
-¡Ey! ¡Eva!
Miró desconfiada y se encontró nada menos que con Paul
-¿Paul?
-Shh…subí antes de que alguien me vea
Se acercó para subir y recordó que hacía apenas unos instantes había deseado tener un auto como ese y ahora ya se estaba subiendo a el. Subió y cerró la puerta
-¿Cómo estas?-preguntó Paul con una sonrisa
-Bien…
-No vayas a pensar que te voy a secuestrar, solo pasé y te vi, y me pregunté si te podría llevar a algún lado
-Ehh…no…sólo estaba llendo hacia la parada del autobús para ir a un lugar, donde quizás me mude
-Ahhh ¿estás buscando nuevo hogar?
-Si, me cansé de donde estoy viviendo y comenzé a buscar, ya fui a dos lugares pero no me gustaron, ahora me toca ir a otro, pero está lejos
-Dale la dirección al chofer, te acompaño
-¿Si? Bueno, gracias
Eva le dio el papel al chofer y le indicó cual era la dirección a donde debía dirigirse
El viaje hasta allí transcurrió tranquilo, Eva no sabía qué decir y Paul, que parecía tan dispuesto a charlar siempre, tampoco decía nada. Al fin llegaron.
-Es allí, a media cuadra
-Ok, si paramos en la esquina ¿no importa? Es para que el auto no llame tanto la atención….
-¡No hay drama! ¡Gracias por traerme!
-Te espero
-¿Si?
-Si, andá tranquila, no tengo nada que hacer
Eva sólo sonrió y se dirigió hasta la casa. Tocó el timbre y esperó. Unos instantes después, una chica rubia, unos pocos años mas grande que ella, abrió la puerta.
-¿Si?
-Ehh…venía por el aviso del diario…
-Ah si! ¿Qué tal?
-Bien…quería saber si tiene lugar y cuánto habría que pagar
-Mamá…-un niño de unos 5 años se asomó, abrazandose a las piernas de su madre- no encuentro mi autito rojo…
-Esperame un momento, estoy atendiendo a la señorita, saludala-dijo la mujer a su pequeño
-Hola…-el chico saludó desconfiado a Eva
-Hola bonito –ella lo saludó con una gran sonrisa
-Pasá-le mujer le indicó que pasara
Eva entró a la casa tras ella y el nene, vio una sala pequeña pero acogedora, con un piano y unas escaleras de madera que subían. Una puerta que parecía dar a un jardín, otra puerta cerrada, a los costados una habitación y lo que parecía un comedor.
La mujer la hizo sentarse en un sillón que había
-¿Cómo te llamás? –preguntó
-Me llamo Eva Victoria Sheels, tengo 18 años y trabajo en una revista
-Yo me llamo Anne y vivo con él, Dante –dijo abrazando a su hijo- alquilo la parte de arriba de la casa, son dos habitaciones con baño, vení, voy a mostrartelas.
Subió por las escaleras de madera y le mostró las habitaciones. Eva quedó muy conforme, eran muy lindas, además podría disponer de una para poner su cama y algunas cosas, y en la otra sus libros y demás muebles, así que estaría muy cómoda, además el precio no era caro.
-¿Y vive sólo usted y el niño? –le preguntó Eva a Anne
-Si, bueno…hasta hace 6 meses vivía con mi esposo, pero falleció de manera repentina…así que decidí alquilar la parte de arriba de la casa para tener ingresos…
-Oh, lo siento mucho, disculpe, no sabía lo que le había ocurrido
-No te preocupes, no tenías la obligación de saberlo, recién me conocés
-Ok, entonces voy a alquilar
-¿Si? ¡Perfecto!
-Si, es muy lindo el lugar, no es caro y, pese a que me queda mas lejos del trabajo, siento que voy a estar mas tranquila
-Gracias, estaba buscando que alquilara alguien así, me inspiras confianza, vinieron otros pero no me gustaban mucho
-Gracias señora
-No me digas señora ni me trates de “usted”, tengo sólo 27 años
-¿27? Noté que era un poco mas grande que yo, pero…cuando conozco a alguien siempre tiendo a tratarlo de “usted” aunque sea joven –terminó de decir esto y en su cabeza se dijo que había 4 excepciones a esa “tendencia”
-Muy bien ¿cuándo te mudarías?
-Ehh…cuando usted pueda
-Vení cuando quieras, dejá de decirme “usted”
-jaja, perdoneme, digo, perdoname. Podría empezar a traer algunas cosas mañana, y después buscaré algún flete para que traiga los muebles
-Ok, entonces te espero
-Amm…le voy a dejar alguna de seña
Sacó su billetera y le dio algo de dinero a la mujer, se despidió y salió. En la esquina aún estaba Paul. Se acercó al auto y él le abrió.
-¡Volví!-dijo muy contenta
-Te veo alegre
-Si! Me voy a mudar acá, me encantó
-Perfecto, ahora ya sé dónde vivís
-¿Eh? ¿qué conseguís con saber eso? –peguntó levantando una ceja
-Quién sabe. Chofer, llévenos a algún café
-Paul contestame lo que te pregunté….¿qué dijiste? No pienso ir a ningún café, quiero ir a mi casa
Paul solo le sonrió, ella siguió insistiéndole
-Paul dejame acá, me voy a mi casa….Paul, contestame, dejá de reírte….si no me dejas ir, me tiro del auto
Él soltó una carcajada
-Ya llegamos
-McCartney quiero ir a mi casa, es la última vez que te lo digo
-Uyyy te enojaste…sos linda cuando te enojás
El chofer le abrió la puerta y Paul, casi a los empujones metió a Eva en un café muy lujoso de la ciudad. La hizo sentar en una de las mesas y frente a ella se sentó el
-¿Qué vas a pedir?
-Voy a pedir ir a mi casa. ¿Sabés como se lama esto? Secuestro. Y dijiste que no me ibas a secuestrar
-Dos cafés con pasteles de aquéllos-Paul había ignorado por completo lo que Eva le decía y le hizo el pedido al mozo
-Yo me voy
-No. Dale, contame de tu vida
-No quiero. Dejame ir.
El mozo volvió con el pedido. Los pasteles se veían riquísimos y Eva tomó uno y comenzó a comerlo
-¿Ves? Tanto reclamo que hacés y mirá como comés el pastel
-Mmm es riquísimo…McCartney dejame ir
-¿No se te pasó el enojo? Yo pensaba que si…
-¿Para qué me trajiste acá?
-Para charlar. Pero como veo que no tenés ganas te voy a llevar a tu casa
-No. Me voy a ir sola
-No. Te voy a llevar.
-¿Sabes qué pasa? Hay dos razones: una, que me secuestraste y no quiero ir con vos nunca mas a ningún lado, y dos, vivo en un lugar no muy recomendable y si ven un auto como el tuyo te robarían.
-No me importa. Te dejo cerca, aunque sea.
-Ayy…¿alguna vez te dijeron que sos demasiado insistente?
-Si, pero siempre logro lo que quiero
-Bah…está bien, llevame
Salieron del café, subieron a la limusina y Eva le dijo al chofer donde podría dejarla.
-Ahora que ya sé donde vivís voy a ir a visitarte-le dijo Paul mientras acercaba su rostro al de ella
-No se permite la visita de hombres-contestó nerviosa
El no respondió y se limitó a mirar por la ventanilla. Al fin llegaron a una esquina y el chofer se detuvo
-Voy a bajarme acá. Gracias por traerme y por el pastel obligado
-De nada. Espero volver a verte
-Yo no espero lo mismo
Paul la miró triste y ella se sintió mal. Para remediar lo que había hecho esbozó una sonrisa
-Tu sonrisa es el mejor de los “gracias” –le dijo Paul
Ella sonrió de vuelta y bajó, alejándose por la calle.