domingo, 25 de noviembre de 2012

Capitulo 47 Handle with care


Sentada en el avión, al lado de Paul, miraba por la ventanilla. Después de su tormenta con Brian, las cosas habian mejorado un poco. Por lo menos podía viajar con ellos en el regreso a casa y, siempre simulando, los últimos días de la gira los había acompañado en actuaciones o entrevistas.
El asunto de los anónimos estaba casi solucionado. Según Brian, eran producto de los empleados de los hoteles, que siempre se pasaban de chismosos. Había hablado con el dueño del último hotel, que advirtió a sus empleados y no apareció mas ningún papelito misterioso. La hipótesis se conformaría cuando la gira terminara, sino volvía a aparecer ningún anónimo mas, sería cosa de los hoteles.
-¿Estás bien? –preguntó Paul.
-Si, si, sólo pensaba.
-¿En qué?
-Que curioso sos –rió –Pensaba que las cosas mejoraron un poco.
-Es verdad. Y mejorarán mas cuando lleguemos a casa -le dio un beso rápido.
-¡Paul! ¡Que nos pueden ver!
-Ay pero si sólo fue un besito –contestó el haciéndose el inocente.

Pasaron dos días donde lo único que hicieron fue dormir, aprovechando el tiempo que les habían robado en la gira. Después, hubo que volver al trabajo.
-¡Eva! –gritó Jenny ni bien la vio –Que...que bien que estás...-dijo mirando a todos lados.
-Ah si, si, estoy mucho mejor –Eva trató de aguantarse la risa.
-Esta noche te invito a cenar con Anne. Y nos contás todo, todo. ¿Te parece bien?
-Buenísimo ¡reunión de chicas!
-Eva, ¿cómo estás?
Se giró y se encontró nada menos que con el director de la revista.
-Ya estoy muy bien, y lista para volver a trabajar.
-Excelente, ésta tarde acompañarás a los muchachos, entrevistarán a los Kinks.
Se sintió un poco nerviosa al oír eso, temía encontrase con Dave Davis y que volviera con sus sospechas, pero no le quedaba mas remedio.

El resto de la mañana lo pasó junto al trabajo atrasado que tenía. Legó la hora del almuerzo, pero Jenny estaba muy atareada, asi que Eva cruzó al bar de enfrente, donde siempre comían. No alcanzó a llegar, cuando se cruzó con un hombre que le pareció reconocer. Se giró  y se percató de que el hombre que la miraba. Se acercó a ella.
-Eva, ¿cómo estás?
Abrió grande sus marrones ojos. Por nada del mundo esperaba volver a encontrarse alguna vez con Joseph.
-Ho...hola Joseph. Estoy bien.
-Necesito ver a Jenny.
-¿Para qué? –preguntó, poniéndose  a la defensiva.
-Por favor....confirmame que sigue trabajando acá enfrente.
-No te voy a decir nada. Debo irme, se me hace tarde.
-Decile que la necesito. Me divorcié, al fin. Quiero que vuelva conmigo.
-No soy tu mensajera. Decile vos cuando la encuentres algún día.
Entró al bar y pidió el teléfono. Desde allí se comunicó con su amiga.
-Jenny soy Eva.
-Hola, tanto tiempo –rió la chica.
-Tengo que contarte algo. Me encontré con Joseph. Te está buscando, está en la puerta del edificio.
No escuchó nada mas, hasta que un ruido seco cortó la comunicación. Devolvió el teléfono y se sentó en la mesa de siempre. Por la ventana vigiló a Joseph y rogó que su amiga no hiciera ninguna locura. Sabía lo mucho que lo había querido, y no estaba segura de que hubiera dejado de quererlo. Si volvía con él se arruinaría la vida.


Su turno de tarde comenzó, intentó hablar con Jenny pero estaba muy ida, distante. Sabía que no se habia encontrado con Joseph, pero saber que la buscaba seguramente la había perturbado.
Esperaba junto a los entrevistadores en la casa de los hermanos Davies, donde se realizaría la entrevista.
-Hola Eva –saludó Dave. Lo vio con un aspecto y actitudes burlonas y sarcásticas, y así respondió a las preguntas.
Cuando todo finalizó, suspiró aliviada, había sido algo incómodo para todos.
-¿Cómo estás?
-Estoy bien Dave, gracias –contestó indiferente, mientras guardaba la cámara.
-¿Sabés? Tengo novia. Y...otras chicas mas. No necesito mujeres que se acuestan con beatles.
-¿Pero qué decís? –lo miró, escandalizada.
-¿Me va  a decir que no es verdad?
-Claro que te lo digo. Y otra cosa, me importa un rábano tu vida privada. No me molestes.
-Si, claro....
-Sos un histérico con la fama en la cabeza. ¿Porque una te dijo que no le inventás toda una historia?
-Ya te dije que digo la verdad. Sos asistente, todas las asistentes se acuestan por lo menos con dos de la banda. Sos una groupie, Eva querida.
Se colgó su bolso, indignada, y se fue junto a sus compañeros que la llamaban. En el viaje en camioneta, de regreso a las oficinas de la revista, no pudo sacarse de la cabeza lo que Dave le había dicho. Después de todo, tenía toda la razón.


John y George la miraron serios. En verdad, ni siquiera había pensado en como lo tomarían, era algo muy inocente y simple.
-¿Qué pasa? –peguntó con inquietud.
-Las “cenas de chicas” siempre me resultaron raras –respondió George.
-Chicos solo vamos Jenny, Anne, y yo. Hace mucho que no tenemos una charla entre las tres.
-Pero nosotros planeamos una super cena, ahora que por fin volvió todo a la normalidad –dijo John.
-Yo...no sabía.
-Hacé lo que quieras –George subió la escalera.
-¿Qué le pasa? –le preguntó a John.
-Tiene razón.
-Oigan no seas tan celosos, sólo es una cena –John no la escuchó, solo imitó a George y se fue.
-¿Pasó algo? –preguntó Ringo entrando desde la cocina.
-John y George se enojaron –respondió molesta.
-Ah...¿por la cena con tus amigas?
-Si. ¿Vos también? –lo miró con enojo, pero el chico sólo le dio una sonrisa dulce.
-Claro que no. No tengo motivos para enojarme –la tomó de la cintura y le plantó un gran beso.
-Veo que sos mas vivo que los otros dos –le dijo ella con picardía.
-Por supuesto, ¿tenías alguna duda?


En la cena, hablaron de todo, pero Jenny se veía incómoda, hasta que, presionada por las preguntas, decidió hablar.
-Me encontré con Joseph. Salí con la excusa de ir al bar para hablar con él.
-¿Y? –preguntó Anne.
-Me habló. Se separó de su mujer. Y...quiere volver conmigo.
-Pero vos estás con Patrick, y estás bien. Quiero imaginarme que lo querés.
-Si Anne, lo quiero pero....con Joseph viví muchas cosas.
-¡Por favor Jenny! –exclamó Eva –Ese tipo te usó, te jodió muchos años.
-Mirá quien habla. ¿Pensás que terminarás bien cuando todo se acabe con tus cuatro?
-¡No hay puntos de comparación!
-Chicas, no peleen por favor –Anne intentó calmar los ánimos –Jenny, pensá un poco. Eva tiene razón en algo, te arruinó pese a los momentos lindos que hayas vivido con él.
-Jenny pensá en Patrick, ese chico te adora, es bueno, tiene un gran futuro, le vas a destrozar el corazón.
-Estoy muy confundida.....-comenzaron a caerle algunas lágrimas -¡Mierda! ¡Ya estoy llorando!
-Tranquila, pensalo con la cabeza en frío.
-Eso haré, gracias por todo.


Se encerró en su pequeño laboratorio montado en la casa. Buscó los rollos y rollos que tenía. Era el momento de revelar las fotos.
La puerta se abrió lentamente y apareció George.
-Evy, teléfono para vos.
-Gracias George.
El chico cerró la puerta. Suspiró, algo molesta. Todavía no entendía qué les había pasado a George y a John. Después de su escenita de celos, pasaron casi dos días sin hablarle, dos días donde se comió la cabeza, se llenó de culpas y enojos, y ellos parecieron de los mas tranquilos. Y después, volvieron a hablarle, y a besarla, y a todo. Y ella no podía resistirse, ni poner una objeción. A veces pensaba que tenían la capacidad de dominarla sólo con la mirada.
-Hola....-dijo cuando se puso al teléfono.
-Soy Murray, del instituto de fotografía.
-Ah, hola señora Murray.
-Quería saber si ya tenía las fotos para al exposición.
-En este momento comenzaba a revelarlas....
-Tiene tiempo para traerlas hasta la semana que viene. Que no sean mas de 100, hay muchos que compiten por un lugar.
-De acuerdo...-respondió dudando, no sabía eso de “competir”. Pensaba que cuando le había ofrecido hacer eso ya tenia el lugar asegurado.
Se despidió y colgó con algo de desilución.

La semana pasó demasiado rápido, debía buscarse el tiempo para encerrarse y seguir revelando fotos a veces hasta altas horas de la noche.
Cuando al fin terminó, eran mas de 300. Comenzó una selección muy meticulosa, descartando lo que le parecia mediocre, ordinario, o simplemente malo. A la vez pensaba que eso de “competir” no le iba. Era una época donde todo el mundo sacaba fotografías, era casi pasión en todos, y ella no era una profesional en el ámbito artístico, así que no consideraba que llegaría a la exposición.
Luego de terminar la selección, contó lo que tenía: 200. Ya estaba cansada, así que, bostezando, salió del pequeño cuarto.
-Chicos....-los cuatro dejaron de mirar televisión y leer revistas -¿Podrían venir?


-¿Que hagamos qué? –preguntó Paul, sorprendido.
-Que seleccionen las que le parecen mejores
-¡Pero son un montón! –exclamó Ringo, tratando de abarcar con su mirada la cantidad de fotos dispersas y colgadas por todo el cuarto.
-Hay 200. Les daré 50 a cada uno, al azar. Traten de reducirlas a la mitad.
-O sea....¿que de 50 elijamos sólo 25? –preguntó John –Es imposible.
-Es posible, se los aseguro.
-¡Todas son muy buenas! Y te lo digo yo, que tengo ojo de fotógrafo –dijo George.
Eva juntó y contó las fotos, formando cuatro montoncitos de 50 fotos, y se los dió.
-Tienen dos días para hacer la tarea.


Luego de esos dos días, John golpeó con insistencia la puerta.
-Mmm..¿quién es? Pase....-respondió somnolienta -¡Ringo! ¿Qué hacés en mi cama?
-Dormía....
-Hora de levantarse –dijo John entrado –Veo que tenés compañía.
-John, buen día. Ringo ¿por qué no me avisaste que estabas acá? Esa costumbre que tienen de meterse sin decir nada...
-Señorita maestra, acá le traigo mi tarea. 25 fotos.
-Gracias John. Ringo....
-Uy ya voy, ya me levanto, hola a todos –se incorporó, rezongando.
-¿Terminaste tu tarea, Starkey? –preguntó John.
-Eva estaba dormida.
-¡No me refiero a eso, idiota! ¡Te hablo de las fotos!
-John, es temprano para que andes a los gritos.....Y si, ya tengo las fotos.
-Chicos, por favor, váyanse que me quiero levantar.


Mientras desayunaba, desparramó las fotos sobre la mesa, bajo la atenta mirada de los chicos.
-Fue un trabajo insalubre –dijo George –Una pena descartar algunas muy buenas.
-Quedan para la exposición que viene.
-Ojala haya “exposición”, Paul.
-Ay Eva, seguro entrás.
-Me estoy arrepintiendo un poco....
-No seas tonta Vicky, vas a ver que sí. Estaría bueno que te dedicaras sólo a esa cosas. Es mas independiente y no dependés de horarios de trabajo.
-Mmm....no sé, John. Es un mundo del que no sé nada. Bueno, les agradezco su colaboración, señores. Serán bien recompensados.
Metió todas las fotos en un sobre color madera y escribió los nombres de Murray y Scott, los directores del instituto. Antes de entrar a trabajar, dejó el sobre en la recepción, con pocas esperanzas.


-EVAAA!!!! –el grito desaforado de Ringo la hizo saltar de la silla. Se puso de pie, enojada.
-¿Qué mierda pasa?
-¡Teléfono! ¡Y son del instituto ese!
Corrió hasta el teléfono y le quitó el auricular de las manos. Sin embargo, cuando se dispuso a hablar, tuvo miedo. Miró a Ringo, que le sonrió, tranquilizándola.
-Hola....
-¿Señorita Shells? Soy la señora Murray.
-Hola señora Murray, ¿cómo le va?
-Muy bien, recién terminamos de ver su trabajo. En diez días la quiero en la inauguración de la exposición. Su trabajo es muy bueno.
Apenas pudo reprimir un gritito de emoción, y se despidió, agradeciéndole a la mujer. Ni bien colgó, se abalanzó sobre Ringo.
-¡Estoy en la exposición! ¡Entré!

domingo, 4 de noviembre de 2012

Capitulo 46 Hoy hagamos la excepción de romper las reglas


Sintió  que le acariciaban el pelo y entreabrió los ojos. Vio a Paul y sonrió al recordar la noche anterior.
-Buen día Paulie...
-Al fin despertás muñeca. Buen día –le dio un suave beso
-¿Es tarde?
-No, pero ya me tengo que ir –dijo fastidiado.
-Paul, no te enojes –lo abrazó –ya falta poco para que volvamos a casa y estemos....relativamente tranquilos.
-Si, es cierto....Pero aún así, no tengo ganas, me gustaría quedarme acá con vos. Aunque.....-repentinamente su expresión cambió, por una mas alegre –esta noche hay una fiesta con varias personalidades, pero nada de gente estirada ¡gente como nosotros! Y después....podríamos seguir la fiesta acá ¿qué te parece? –le guiñó un ojo.
-Me parece una idea genial –le dio un beso rápido –Ahora siento decirte que tenés que levantarte antes de que Brian te tire por la ventana.


La mañana transcurría tranquila, o mas bien, aburrida. Decidió llamar a Jenny, la única que sabía la verdad sobre su “pulmonía”.
-Hola...-contestó vacilante
-¡Jenny! –gritó Eva, casi dejando sorda su amiga.
-¡Eva! –la chica le contestó de la misma forma -¿Como va esa gira?
-Pues...aburrida. Encima Brian está ensañado conmigo, no sé qué le pasa.
-Ohh, y yo que pensaba que estabas pasándola en grande......Acá está todo bien, el director a veces me pregunta sobre tu salud y le digo que estás mejorando, pero en cama. Esa debe ser la única verdad, seguro estás todo el día en la cama con los cuatro.
-¡Jenny! –exclamó riendo –No digas esas cosas y habla mas bajo, que alguien ahí te puede escuchar.
-No hay nadie, hace un tiempo horrible y los clientes se han quedado en sus casas, supongo. Y los empleados están tomando café en la cocina.
-Bueno, te digo que en una semana estaré por allí, anda preparando el terreno.
-Ok, ya voy avisando.
-Dale saludos a Anne, y si querés contale todo, sé que ella no dirá nada.
-Como quieras, nos vemos. ¡Y mas vale que traigas regalos!


Luego de cortar, tomó su cámara y se disponía a salir cuando lo recordó. Así que volvió a avisarle a Brian.
-Pase –contestó él al escuchar los golpecitos en la puerta.
-Buen día Brian. Voy a salir, volveré al mediodía –dijo asomada a la puerta.
-No salgas.
-¿Qué?
-Que no salgas. Te vas a quedar acá. Es una orden.
-Pero....¿por qué?
-Porque yo lo digo.
Indignada, cerró la puerta de un golpe, y decidió salir igual. Brian no era su jefe ni nadie, así que salió y tardó mucho mas en su paseo, ya que volvió casi al anochecer. Llegó de regreso al hotel satisfecha, con tres rollos de fotografías en sus bolsillos y casi sin recordar el incidente con Brian. Hasta que se lo cruzó en el pasillo, cuando se dirigía a su habitación.
-¡Eva ¿recién volvés?!
-Si –contestó calmada, algo que al manager enfurecía.
-¿Y lo decís así? ¡Te prohibí que salieras!
-Brian, déjeme tranquila, no soy su empleada, sabe bien quién soy.
-Te prohibí que salieras por tu seguridad y la de todos.
No le contestó, sólo giró la llave en la puerta, entró y se la cerró en la cara. Cinco minutos después, golpeaban y atendió ya mas enojada, pensando que sería Brian. Sin embargo., se encontró con la enorme sonrisa de Ringo.
-¿Te dijeron de la fiesta? –le preguntó ansioso.
-Si Rin...
-¡Preparate, en una hora nos vamos!
-Pero....¿yo voy a ir?
-¡Claro! Pensé que Paul te había dicho...
-Si, me lo dijo...
-¿Y? Vamos, se supone que sos “la asistente” –le guiñó un ojo y se fue.
Comenzó a dudar en si debía o no ir, tenía miedo de que alguien sospechara algo.
John abrió la puerta
-Se golpea antes de entrar –le dijo riendo.
-Perdón, vinimos a decirte que te apures. Yo y él –señaló a George, que entró con un paquete.
-Antes fumate uno
-Chicos, ¿van a ir a la fiesta ya con porros encima?
-Si no pasa nada....-dijo George despreocupado –Dale, agarrá uno.
Tomó uno, George se lo encendió y comenzaron a fumar juntos, sentados en la cama. Cuando se dieron cuenta de que la hora pasaba demasiado rápido, ella se puso de pie y abrió las puertas de su armario.
-No sé qué ponerme...
-El eterno drama de las mujeres –dijo John hurgando en sus cosas -¿Qué tal éste? –sacó un vestido azul
-Mmm.....no....
-Mirá, me queda bien –John se miró al espejo, poniéndose el vestido encima.
-Uy Lennon, que buena estás –bromeó George –Con ese vestido se te marcan tus sensuales curvas.
Rieron hasta que ella sacó otro vestido, esta vez rojo.
-¿Este les gusta? A mí me parece un poco escandaloso.
-Está buenísimo ¡rojo infierno! –exclamó John.
-El rojo es el color favorito de Ringo, se le van a cruzar los ojos cuando te vea
-Bueno asesores de moda, váyanse que me tengo que cambiar
-¿Y por qué no podemos quedarnos? –preguntó John lleno de picardía.
-Porque no, fuera degenerados –entre risas, les dio empujoncitos hasta que salieron. Cerró la puerta pero se abrió enseguida.
-Esto es tuyo –John le tiró el vestido azul y cerró.

Cuando llegaron a la fiesta, ya estaban todos un poco mareados por los porros, pero para su sorpresa, el resto de los asistentes también estaba en un estado un poco anormal. Así que comenzaron a tomar y bailar, pero siempre cuidándose, marcando una línea imaginaria que los separaba de su “asistente”. Hasta que no aguantaron mas.


Sentado frente a su escritorio, leía una pila de papeles y también los diarios que no había podido leer en la mañana. Se estaba arrepintiendo de haber dejado ir a los chicos solos a esa fiesta, pero ya estaba harto de escuchar sus quejas.
-¿Señor? –escuchó luego de un pequeño golpe en la puerta.
-Pase –contestó con indiferencia.
Un empleado del servicio entró con el carrito con la cena.
-¿Lo dejo por aquí?
-Sí, si, ahí –con la mano señaló un rincón, sin siquiera despegar la vista del diario.
El empleado se quedó unos segundos mas, destapando una botella de vino y luego Brian le agradeció y se fue. Cinco minutos después, volvieron a golpear.
-Señor, vengo por la ropa –dijo una mucama joven, de baja estatura y uniforme rosa.
-Ah sí, está por ahí –contestó sin mirarla. La chica entró y cambió las toallas del baño y metió la ropa sucia que encontró en un canasto.
Después que terminó de ordenar y guardar sus papeles se dispuso a cenar. Calculó que la comida ya se habría enfriado, pero estaba cansado y no quería esperar a que le trajeran comida mas caliente. Aún parado, probó un bocado y no le pareció que estuviera tan fría.


-George soltame, recordá que soy....
-Si, si, la asistente. Pero ya no me importa, mejor dicho, no nos importa –le dio un apasionado beso al que en un principio no se resistió, pero después lo separó.
-No, no George....
-¿Qué pasa? –preguntó Paul acercándose con dos copas de champagne en la mano
-Chicos no se pasen, estamos delante de toda esta gente...
-No te preocupes –Paul le dio un beso rápido y le entregó una de las copas –Tomá y olvidate.
-Pero....
-Están peor que nosotros –rió George.
-¿Por qué no volvemos? Ustedes mañana tienen que actuar....
-Vicky –de la nada apareció John –ya dejá de ser tan responsable, lo rebelde te queda bien. Estos tipos ni nos están mirando, y mañana no se acordarán de nada si vieron algo. Por lo tanto ¡hay que disfrutar de la fiesta! ¡Vamos a bailar!
Salieron  a bailar, mientras seguían tomando. Cuando se cansaron, Ringo llegó a su rescate con unas pastillas en la mano.
-Con esto aguantamos toda la noche –le dijo, antes de ponerle una en la boca –Tomala y vas  a ver.
Cuando la fiesta les empezó a parecer aburrida, decidieron volver, aunque ya no estaban en buen estado. Por eso, entraron al hotel a los gritos, sin ningún reparo en que la vieran a ella.
Entraron a la habitación de ella, a hacer algo que estaban esperando con ansias: ponerse de ácido como si no hubiera mañana. Sin dudas, esa fiesta era mucho mejor que la que acababan de ir. Tenían ganas de, al fin, sacar afuera todo lo que habían reprimido. Por lo tanto ni les importó donde estaban, aunque ya casi ni lo sabían. Todo era risas, cantos locos, gritos y besos. Las fiestas que antes los cuatro se habían hecho con varias chicas, ahora eran con una, con la que amaban. Y ya nadie los detendría.

Se estaba sirviendo un vaso de whiskey, tratando de no hacerse problemas por el desastre que estaba escuchando, cuando vio sobre una mesita un papel celeste, doblado. Le llamó la atención, ya que no recordaba haberlo puesto ahí, y lo desdobló. Cuando lo leyó sintió que el alma se le iba a los pies: “La asistente es la amante de uno o dos de ellos”.


Casi estaba tirada sobre Ringo, besándolo, cuando la puerta se abrió y entró Brian como una fiera, con el papel en la mano. De inmediato, todos parecieron recuperar la sobriedad de repente, incluso George apagó la música.
-¡Vos! –le gritó Brian -¡Vos nos vas a arruinar!
-¿Qué?
-Brian ¿qué te pasa? ¡No le grites!
-Tranquilo John, esto ya es algo entre él y yo –intentó calmarlo -¿Qué te pasa? ¿Qué querés?
-¡Quiero que desaparezcas! ¡Alguien, o varias personas, saben quién sos! –le tiró a la cara el papel, que ella leyó y dejó caer al suelo
-Se equivocan, dice que estoy con uno o dos, y estoy con los cuatro –le dijo burlándose.
-¡Callate! ¡Nos estás arruinando!
-A ver Brian, yo no hago nada
-¿Ah no? ¡Sos una trepadora! ¡Maldita sea la hora en la que estos estúpidos te conocieron!
-¡Ya Brian, te estás pasando! –le gritó Paul, pero Eva lo miró de tal forma que se calló. Y es que sí, era un gran problema entre ellos dos, y nadie mas debía meterse.
-No me grites, o me harás explotar
-¿Que no te grite? ¿Pero quién te creés que sos? ¡Sos una basura Sheels! Lo estás consiguiendo, ¿éste era tu plan? ¿Tirarnos todo a la mierda?
-No vengo a tirarte nada, y debés saber que ellos no son de tu propiedad, ni vengo a quitarte algo.
-¡No sabés cuánto te odio!
-¿Sabés qué? ¡Yo también!
-¡Ojalá te mueras, puta de mierda!
-¡Ojalá te mueras vos, marica, gay reprimido!
Se hizo un silencio sepulcral y Brian se la quedó mirando, sorprendido por lo que le había gritado la chica.
-¿Qué? –dijo ella desafiante -¿Te pensás que no lo sabía? ¡Pues lo sé! A ver, ¡decime a cuántos tipos se la comiste!
-Eva....-dijo Brian, nervioso pero tratando de calmarla –por favor, no digas nada....
-¿Que no diga nada? ¿Ahora me tenés miedo, nenita? Te dije que no me provocaras, que sabía algo ¡ahí lo tenés!
-Hagamos un trato....
-Esto no es ningún negocio
-Mirá, vos no decís nada y yo no te molesto mas.
-No me convence
-Evy –Paul la tomó de los brazos.
-Dejame Paul, dejame que haga negocios con la señorita esta, ya parece que eso es lo que quiere.
-En serio Eva, calmate.
-¡Paul, te dije que no...!
-¡Basta Eva, basta!
Miró a Paul, no podía creer que le hubiera gritado y que estuviera tan enojado, pero cedió.
-Está bien. Olvidemos todo esto –le dio una mirada de odio a Brian y se encerró en el baño.