martes, 19 de marzo de 2013

Capitulo 54 Ese maldito momento


Anne se apoyó en el respaldo de la silla, mirándola incrédula. Eva veía como sus lágrimas caían en el mantel de la mesa, y dentro de su propio café. Anne tomó aire de golpe y se acercó a ella, susurrando.
-¿Cómo lo sabés?
-Es que ni lo sé. Te dije que son puras dudas. Vos ya estuviste embarazada, decime cómo es.
-¿Qué sentís?
-No sé, es raro...
-Decime los síntomas.
-Quizás sólo sean suposiciones, puede ser stress o...
-Decime los síntomas –volvió a repetir, con mas firmeza. Parecía que estaba mas desesperada que ella.
-Dolor de cabeza, de estómago, náuseas, asco por toda la comida, algún que otro mareo y....el período. Cuarenta días que falta.
-Ay....-Anne sólo se tocó la frente con la mano, negando -¿Cómo pudiste ser tan tonta de no cuidarte?
-Yo....yo....-empezó a llorar nuevamente.
-¡¿Por qué mierda ellos no usaron forros?!
-Anne.....te desconozco, nunca hablás así.....-dijo parando de llorar de repente y mirándola sorprendida.
-Es que....por favor Eva, ¡estás con cuatro!
-Ellos se cuidan y....
-¿De cuál de todos es?
Negó con la cabeza, ya llorando desconsolada.
-No sé, no sé.....
Anne trató de calmarse, dándose cuenta que presionando a su amiga no lograría nada.
-A ver, Eva....tranquilizate. No sabemos a ciencia cierta si estás o no, como decís puede ser stress. Lo mejor será ir  a un médico.
-Anne...¿y si estoy? ¿Qué hago? ¡Me voy a matar!
-Pará, pará, no digas ni hagas locuras.
-Todo mal me sale, todo mal, ¡Y la culpa es mía, mía y solo mía! De verdad Anne, llego a estar embarazada y me tiro al río. No voy a soportar tanto.
Anne se puso de pie, se acercó y la abrazó.
-Ya, tranquila. Llamaré a mi médico, es muy bueno.
-Se dará cuenta de quién soy, y se irá todo mas a la mierda. Seré la groupie embarazada de vaya a saberse cuál beatle.
-Es muy profesional, no dirá nada.  Confiá en mí.
Asintió y trató de tranquilizarse, mientras Anne, rápidamente, llamaba por teléfono a su médico. Al rato cortó.
-Mañana a primera hora tenés que estar allí.
-¿Mañana? ¿No puede ser hoy?
-No tiene turno.
-Es que no voy a poder aguantar un día más....
-Eva confiá en que todo saldrá bien, quizás sea otra cosa.
-¿Y si estoy enferma de algo grave?
-Pará de pensar cosas malas. Sea lo que sea, ya estás jugada, y vas a tener que enfrentarlo.
-Te dije que no, que me voy a matar.
-El que dice que se mata, no se mata. Vamos Eva, te conozco, no harías algo así.


Había pasado toda la tarde temblando, sentada al borde de su cama, vaciando las cajas de cigarrillos, sin poder parar la sucesión de imágenes que tenía en la cabeza. Pensó en meterse LSD, pero en el estado en el que estaba, terminaría teniendo un mal viaje y no queria volverse loca del todo. Tan ensimismada estaba en esa vorágine que solo pasaba por su mente, que no se dio cuenta que John había entrado y estaba sentado a su lado. Cuando se percató de su presencia, dio un saltito, volviendo a la realidad.
-Ey, ¿no me viste? –preguntó extrañado.
-N...no....
-¿Vicky estás bien? Estás temblando y pálida....
-Tengo fiebre, creo....-mintió. Por nada quería contarle la verdad, temía que se pusiera como loco, o algo.
-Recostate, y no fumes tanto...-casi la obligó a acostarse, y la tapó con suavidad. Sin embargo, no parecía muy convencido de lo que Eva le había dicho. Lo cierto era que jamás la había visto tan ida.


Por la noche, obviamente, no durmió. Se levantó cerca de las 3 de la mañana, y se tomó un vaso de leche, sola en la cocina, ya que ni siquiera podía mirar televisión porque  a esa ahora no transmitían nada. Decidió  volver  a la cama con el vaso, porque tenía mucho frío, quizás lo de la fiebre era cierto, sentía escalofríos, pero se los atribuía mas  a los nervios. Antes de llegar a su habitación, miró en cada una de las otras: los chicos dormían plácidamente, descansado de un agotador día de estudio. No pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas. Los estaba perdiendo, lentamente pero sin poder hacer nada. Era lo que se había imaginado pero pese  a eso, se había arriesgado igual. Ahora le tocaba vivir las consecuencias, y vaya que era graves.....Si llegaba a estar embarazada, estaba segura que jamás sabría quién era el padre. Se sentía tremendamente culpable, y lo peor de todo era que los seguía amando con el alma, por lo tanto, todo le dolía más.


Anne hablaba y hablaba con el médico, pero Eva no se enteraba de nada. Sabía que su amiga le estaba pidiendo que no dijera a nada a nadie, que guardara discreción total, y también le explicaba los síntomas que tenía. Prestó atención cuando el doctor le habló.
-Eva, no te preocupes, no andaré vendiendo la noticia por ahí. Y ahora, si no te molesta, quisiera revisarte. Acostate en la camilla.
Obedeció sin decir nada y el doctor comenzó a examinarla.
-¿Tuviste vómitos esta mañana?
-Si. De hecho, el desayuno se fue por el inodoro....
El doctor dejó escapar una risita y continuó.
-Bien, esto se sabe rápidamente con análisis de orina, pero haremos los d e sangre también. Mañana, bien temprano, en ayunas, te quiero aquí. Hay una extraccionista, pero le diré que venga mas tarde, así no te ve. Yo me encargaré de extraerte la sangre y mandarla al laboratorio.
-Gracias, muchas gracias, de verdad.


Un día mas tuvo que esperar y casi una semana para saber el resultado. Ese día se sentía tan nerviosa como jamás lo había estado, y las palabras calmas de Anne de nada le servían. Al fin llegaron al consultorio, donde el doctor las esperaba. Era ya de noche y para evitar problemas, le había dicho a su secretaria que se retire. Gracias  a él, allí nunca se habia cruzado con nadie que no sea el propio doctor. Siempre las atendía bien temprano, o como ese día, bien tarde.
-Pasen –dijo recibiéndolas con una sonrisa. Ninguna de las dos pudo corresponderle.
Se sentaron frente al escritorio y Anne tomó con fuerza la mano de Eva. Jamás habia visto a su amiga así, tan frágil, a punto de caerse.
Por suerte, el doctor fue directo al grano.
-Bien Eva, tengo tus estudios y...no estás embarazada.
No pudo reprimir un suspiro de alivio y una sonrisa, que de inmediato se borró, dando paso a una pregunta sombría.
-¿Qué tengo entonces?
-Nada para preocuparse. Anemia y un desequilibrio hormonal que hace que se te haya desregularizado el periodo. Con un tratamiento en base a pastillas volverá a estar todo bien. Pero la principal causa de todo es el stress.
-Y, si....
-Tendrás que tratar de no preocuparte por la situación en la que estás
-Es que es imposible.
-Te lo digo por tu bien. Te recetaré las pastillas para que todo comience  a normalizarse, y también un suplemento de hierro, para la anemia.


Al salir del consultorio, no pudo mas que abrazar a Anne, a modo de agradecimiento. Si no hubiera sido por ella, quién sabe cómo habría terminado. Fue a cenar  a su casa, donde Jenny, Patrick y Dante miraban televisión.
-¡Eva! ¿Qué hacés a ésta hora acá? –dijo Jenny entre sorprendida y contenta.
-Me encontré a Anne  y me invitó a cenar...
-¡Genial! –exclamó Dante -¡Quiero mostrarte lo que he aprendido!
Eva y Anne habían resuelto no contarle nada a Jenny. Era muy impulsiva y diría cualquier cosa, pasmada por la noticia. No les gustaba la idea de terminar peleadas y después tener que estar pidiéndose perdón. Tampoco les gustaba tener un secreto sólo ellas dos, pero lo prefirieron así.
Fue hasta la habitación de Dante, desde donde el chico gritaba para que fuera a verlo.
-Te mostraré una canción que me enseñó Patrick, la escribió él ¡y va a estar en su disco!
-Genial, quiero escuchar lo bien que lo hacés.
-No sé si bien, pero...
-Vamos, te saldrá excelente, empezá.
El nene empezó a rasguear unos acordes simples, antes  de cantar una bonita letra con una dulce melodía. Seguramente, Patrick la habría compuesto para Jenny.....
Miró a Dante, había crecido mucho en los últimos meses. Recordó, al mirarlo, lo que tanto la había atormentado....¿y si hubiera estado embarazada?  Anne tenía razón, ella no sería capaz de matarse. Pero...¿qué hubiera hecho? Seguramente, se hubiera ido sin mas, huyendo como una cobarde, a criar sola a un hijo del que desconocía quién era el padre. Pese a todo, le hubiera gustado tener un hijo así, como Dante, pero las circunstancias eran pésimas.



-¡Victoria! ¡Al fin llegás!
La voz de John ni bien entró a la casa la sobresaltó.
-Perdón, me olvidé de avisar.
-¿Te olvidaste? ¿Se puede saber dónde estabas? ¡Es tardísimo!
-Estaba en la casa de Anne, cenando.
-¿Y porqué no avisaste?
-Ya te dije, entre una cosa y otra me olvidé, no me di cuenta de la hora que era.
-¿Cómo no te vas a dar cuenta?
-John, no me grites. No estoy bien.
-Claro, ahora la señorita no está bien. ¿Sabés cómo estaba yo? ¡Pensé de todo!
-¿Dónde están los chicos?
-¡No me salgas con otra cosa, carajo!
Bufó y pasó a su lado, dirigiéndose a la cocina.
-¡Victoria te estoy hablando!
-¡John no sos mi padre!
-¡Ya lo sé! ¡Pero soy tu novio!
No dijo mas nada, tomó un vaso de agua y corrió a encerrarse en su habitación.
Al rato, escuchó unos golpecitos en la puerta.
-¡No quiero hablar con vos John! ¡Andate, dejame tranquila!
-Soy Ringo, ¿puedo pasar?
-Está bien.
Ringo entró algo apenado y se acercó a ella, que trataba de leer un libro.
-Escuché todo.
-Pensé que no había nadie en casa, aparte de John.
-George y Paul se fueron a no sé dónde, y John empezó a inquietarse porque no venías. Le dije que seguro estabas en lo de Anne, pero ya sabés cómo es él....Se hace la cabeza y termina pensando cualquier cosa.
-Ya sé, pero tampoco cono para que me ande gritando.
-Dejalo...¿vos estás bien?
-Sí, claro.
-Mmm...¿por qué será que no te creo?
Levantó la vista del libro y no pudo evitar sonreírle. Le tomó la mano.
-No me creés porque te miento.
-¿Y porqué mentís?
-Es largo de explicar.
-Tengo toda la noche.
-Pero yo no.
-Vamos Evy...contame. Prometo no irle con el chisme a nadie.
-Es que...es difícil y...Ay, está bien. Tengo la necesidad de decirlo, y sobre todo a vos.  Pero ojo, es fuerte.
-No te preocupes.
-Fui al médico, no me sentía bien.
-¿Y?
-No es mucho, se arregla con medicamentos. Pero...Rich, yo....yo pensaba que estaba embarazada.
Abrió grande sus ojos azules, y tragó saliva.
-Y....no, ¿no?
-No, tranquilo. Pero, ¿qué hubiera pasado si....?
-Joder, no sé. ¿De quién sería? O sea, yo podría ser el padre, o tío de un chico que tuvo mi novia con alguno de mis tres amigos....
-Algo así.
-Fuimos unos inconcientes. Recién ahora veo la dimensión de esto. No medimos las consecuencias nunca, fuimos a hacer lo que queríamos y a cagarnos en todo, y ahí está el resultado. ¿Pero sabés qué? No me arrepiento. Estaremos muy jodidos, pero no me arrepiento de esto con vos.
-Rich...sos un amor....
Se abrazó a él y estuvieron así un rato, hasta que él se recostó a su lado.
-Eso sí, te pido perdón. Perdón por meterte en esto, por tener que pasar estas cosas....
-Tranquilo, yo tampoco me arrepiento, y no tengo nada que perdonar. Al fin y al cabo, creo que la culpable de todo esto, soy yo.


***********
Hola!!!!!! ay, que alivio, no? jajajajja No era para preocuparse tanto pero....sí, sigan preocupadas, se vienen capitulos jodidos muejeje
Como siempre, agradezco que lean este desquicio de novela, y encima comentan! jajaja
Les dejo el tema que le da título ,es de la banda uruguaya No Te Va a Gustar, y es un temazo, escúchenlo, igual lo están pasando bastante por lo menos en los canales de música de por acá.
Besos!


miércoles, 6 de marzo de 2013

Capitulo 53 Somos culpables de este amor escandaloso


Eva estaba recostada en su cama, mirándose la punta de sus pies, fumándose un porro, y con fotos desparramada a su alrededor. Trataba de elegir las últimas que entregaría para el libro, pero la tarea se le estaba complicando mucho. Le dio una calada mas a su porro y lo dejó sobre la mesa de noche, asqueada. Hacía días que se sentía mal, tanto física como anímicamente, y todo parecía fastidiarla. Por eso se la pasaba allí, recluída en su habitación, fumando y tirada en la cama, sin ganas ni de salir al jardín. A veces, hasta la luz que entraba por la ventana la enojaba. Los chicos, después de aquella noche traumática y de que ella estuviera así, habían optado por no molestarla mucho. En realidad, ellos también estaban algo molestos, y al igual que ella, tampoco sabían bien porqué.
Se restregó los ojos y le dio una patada a uno de los almohadones, que cayó al suelo, sin ruido.  La puerta se entreabrió.
-Ey, Georgie, entrá –dijo esbozando quizás la primer sonrisa del día.
El chico entró tranquilo y se sentó al borde de la cama.
-¿Y? –preguntó mirando las fotos.
-¿Y qué?
-No sé –rió un poco -¿No podés elegir?
-Si y no. Ay no sé, creo que nunca en mi vida estuve tan desganada.
George asintió y bajó la cabeza.  Después, suspirando, volvió a mirarla.
-¿Qué vamos a hacer? –preguntó con evidente tristeza.
-Nada. Yo....yo sé que tendría que elegir. Tendría que hacer lo que tendría que haber hecho al principio: elegir. Pero aquella vez no pude, y ahora, sinceramente, tampoco.
-Yo te amo.
-Y yo también mi amor....
Se quedaron viéndose, hasta que una voz los interrumpió.
-Hola...
Vieron a Paul, indeciso sobre si entrar o no.
-Paul, no te había visto en todo el día –sonrió.
-Es que estoy ocupado con la idea del nuevo disco. Te conté que quiero que sea totalmente diferente al resto.
-Y lo será –aseguró George.
-Pero ahora venía a proponerte algo...Si el domingo está soleado, podríamos ira pasar un día de campo ¿Te gustaría?
Eva sonrió. Paul, siempre proponiendo soluciones cuando pareciera que ya no existiesen, siempre tratando de solucionar las cosas. Eso era lo que amaba de ellos: eran tan diferentes, que cada uno parecía “ocuparse” de determinadas cosas. En este caso, Pauil era “el solucionador”.
-A mi me parece bien. Si  hoy termino con estas fotos, ya estaré desocupada. ¿Qué te parece George?
-Me parece genial.
-¡Buenísimo! John y Ringo están de acuerdo, así que preparate.



-¿Cuándo veremos a The Beatles con novias oficiales?
-A mí me parece que ya es hora, aunque sus fanáticas llorarían.
John miró de reojo a Eva y rió con la cara de asco de la chica. Cambió de canal.
-Qué suerte que sacaste a ese par de viejas chismosas. Odio a las viejas esas.
-¿Odiás  a las viejas u odiás el tema de  conversación que tenían?
-Ambas cosas –contestó  riendo.
John la atrajo hacia sí con el brazo.
-¿Cómo te sentís?
-Mmm....de ánimo mejor, pero físicamente no sé que me pasa, siento como si me hubieran dado palazos por el cuerpo. Es raro.
-Estás muy flaquita.
-No tengo hambre, deben ser los nervios.
John le dio un beso en el pelo y la acarició.
-Tranquila, esto se va  a solucionar.


El domingo llegó, y por suerte había sol.
-Día de campoo, día de campoo, día de campooo....
-Ay Ringo por favor, pará de decir lo mismo –Eva habló entre risas, ante la mirada indignada del chico, mientras ponía cosas en una canasta de mimbre.
-Es mi manifestación de que estoy contento –le dio un beso en la mejilla y silbando fue al jardín, donde los otros tres discutían sobre en qué auto debían viajar.
Los miró por la ventana, riendo por lo que escuchaba. Sin embargo, pese a que ella también estaba contenta, no podía evitar sentirse triste. Ya no sentía esa distancia, porque ellos se estaban esforzando  para que no existiera, pero sentía que se trataban  distinto. No como amigos, como algo mas. Como hermanos. Lo cual era peor.

Apartó todo eso de su cabeza y tomó confianza, la confianza que tenían ellos en que todo se arreglaría.
Decidieron ir en el auto de George, porque le había instalado un tocadiscos, lo cual haría mas divertido el paseo.
-Esperen –dijo John antes de que salieran de la casa –Voy a mirar bien, puede haber fotógrafos  y no quiero que nos sigan. Ayer vi a uno rondando.
Después de comprobar que no había nadie, salieron, cargaron las cosas en el auto, y partieron.
Pero al parecer, John no había mirado bien.


Eva se secó las lágrimas que le caían de tanto reírse. Sí, evidentemente eran cuatro niños, cuatro niños pequeños que ni bien llegaron salieron disparados del auto a revolcarse en el césped. No crecían mas.
El lugar al que habían ido era una especie de camping, que como era invierno, estaba desierto. Pese a eso buscaron el lugar mas apartado de todos, para pasar bien desapercibidos.
-¿Piensan comer o van a estar todo el día peleándose en el suelo? –dijo con los brazos  en jarra, apoyadas en la cintura.
-Uy, salió la madre quejona –dijo John.
-¡Yo sí quiero comer!
-Je, a vos no iba dirigida la pregunta George, ya sé que siempre tenés hambre.
Extendió un mantel sobre el césped y a su alrededor se sentaron todos, a devorar papas fritas, sándwiches y gaseosas.
La tarde la pasaron charlando, riendo, escuchando música y jugando a los naipes y a la pelota.
Cuando volvieron a la casa, se sentían tranquilos y contentos. Algo de lo que gozarían por poco tiempo.


Brian sintió como un sudor frío le corría por la espalda. Se toco la frente con la punta de sus dedos y tragó saliva, tratando de asimilar lo que veía en la tapa de aquella revista. Allí, con un gran titular anunciando que era una primicia exclusiva de la revista, estaban los chicos, junto a Eva, subiendo al auto de George, felices. El titular preguntaba “¿Quién es la misteriosa chica que vive  con The Beatles?”. En las páginas interiores estaba Eva, saliendo del instituto de fotografía, o entrando a la casa, o alternativamente con cualquiera de los chicos, riendo. Aún no se sabía su nombre, pero se especulaba con que fuera una asistente o una “amiga” del grupo. En realidad, Brian notó que las especulaciones eran en vano: se daba por sentado que era una amiga. La forma fina de decir que era una groupie.
Trató de calmarse, respirando profundo. Tenía que hacerlo para que no le diera un ataque.
El teléfono sonó, interrumpiéndolo, y cuando levantó el auricular, oyó la voz histérica de John.
-¡Brian! ¡Brian! ¿Qué es lo que están diciendo en la radio? ¡Hablan de Eva!
Sintió que ya no tendría sentido calmarse. Esa revista había encendido la mecha, ya era tarde, ya todos hablaban de eso.



Dos días después, Eva lloraba desconsolada, aunque estaba cansada de hacerlo. El gran secreto había sido descubierto, y parecía que hubieran abierto la caja de Pandora, porque no llegaban mas que malas noticias. Lo peor era que se sentía culpable, aún a sabiendas de que no era la única responsable. Pero los chicos se estaban tragando un buen problema, que nadie sabía cómo resolver. Todo el mundo sabía que The Beatles vivían con una groupie, que ella era fotógrafa y que seguramente “andaba” con todos. Para agrandar mas la cosa, se agregaban mas novios famosos en su haber.


Por primera vez, Brian no sabía qué hacer. Organizar una conferencia de prensa sería como tirarlos a la hoguera, pero ya habian hecho algo parecido cuando debieron remediar la “metida de pata” de John al hablar de Jesucristo. Aparte de todas las habladurías de que eran unos herejes, ahora los curas agregaban que eran unos inmorales por convivir con una mujer.
En fin, era un escándalo. Un escándalo publicado en todos los diarios y revistas  y contado en todos los canales y radios. Se repetía una y otra vez que tenía razón cuando pensaba que esa chica los arruinaría. Lástima que no se había mantenido firme para que la dejaran.
-Brian quizás esto no afecte las ventas, al contrario. Ya sabés cómo es la gente de morbosa.
Se giró y miró a Neil Aspinall, que desde hacía rato lo observaba caminar de un lado a otro de su oficina.
-¿Creés que realmente me importa eso? ¡Lo que necesito es una solución!
-Perdón, yo...
-Mejor andate. Quiero estar solo para pensar.




-La hemos cagado. Pero la hemos cagado bien cagada. –dijo John, dejando su vaso de whiskey sobre la mesa.
Nadie contestó, todos estaban demasiado metidos en sus pensamientos.
-Estaba penando en irme. Tengo dinero, puedo ir al extranjero y desaparecer por un tiempo, hasta que se calmen las aguas y...
-No Eva, no –interrumpió Paul –No te vayas huyendo como si tuvieras la culpa o fueras una delincuente. Todos estamos metidos en esto, y todos saldremos.
-Sí, pero la culpa es mía. Si yo hubiera elegido a uno de ustedes, o a ninguno, nada de esto hubiera pasado.
-Entonces si nosotros no te hubiéramos propuesto ser nuestra novia y vivir aquí, tampoco habría pasado nada –dijo George –Entendelo Evy, acá la culpa la tenemos todos. Bah, en realidad no sé si hay culpas....
-En el amor nunca hay culpables.
-Salió la sabiduría ringuística.
Rieron un poco por la contestación de George, pero volvieron a su estado anterior.


Miró con incredulidad a Murray, sin poder creérselo. Sin embargo, vio sólo reproche en su rostro. Apenas había pasado una semana desde el comienzo del escándalo, y aún así seguían en el candelero.
-Lo lamento, pero las cosas son así, Sheels. Nadie querría un libro donde está la groupie mas famosa del momento. Ojo, yo no me quiero meter en tu vida ni te juzgo, pero ya te digo, las cosas son así.
-Pero...
-Pero nada. Está bien, sí, le daría mas ventas. Pero queremos que el libro se venda por su calidad, no porque estás vos. Deberías haber hecho algo para que tu vida personal no interfiriera en tu vida profesional.
-Murray yo....
-¿Qué? ¿Qué vas a decir? –preguntó con prepotencia.
Bajó la mirada. ¿Qué decirle cuando tenía razón?
-Nada. Olvídelo.
Murray se echó para atrás y suspiró. Miró las fotos que Eva había tomado, las metió en un sobre y las puso sobre el escritorio.
-Estás despedida Eva. Llevate las fotos, son excelentes y podrías usarlas.


Se revolvió en la cama y entreabrió los ojos. A su lado, Ringo dormía plácidamente. Suspiró y negó con la cabeza. Aquello no estaba bien teniendo en  cuenta el lío en el que estaban metidos. Se sentó con lentitud, apenas si eran las ocho de la mañana, pero se levantaría porque debía hablar con alguien muy importante que le aclararía unas dudas que tenía. Dudas que estaban siendo acrecentadas con el dolor de cabeza y estómago que estaba sintiendo.
Salió de la casa después de apenas probar un té medio frío. Se abrigó, no se preocupó mucho en ocultar su rostro para que no la descubrieran. Al fin y al cabo, ya todos lo sabían.
Caminó tiritando, lo único que sentía tibio eran las lágrimas inevitables que le brotaban.
Al fin llegó a la casa de Anne, rogando que Jenny ya se hubiera ido al trabajo.
-¡Eva! ¡Qué alegría verte!
Respondió con una sonrisa triste que su amiga interpretó enseguida.
-¿Cómo estás? ¿Jenny ya se fue?
-Sí, hará unos diez minutos. Pasá, tomemos un café.
Se sentó en la pequeña cocina y comenzó a desabrigarse.
-¿Dante?
-Duerme, hoy no lo llevé al jardín de infantes porque hace frío y tiene tos, no quiero que se enferme del todo.
-Ahh. Supongo que ya sabrás todo, ¿no? –dijo mirando como Anne preparaba el café.
-Y cómo no saberlo....Eva, te han calumniado, deberías denunciarlos.
-No....-dijo suspirando –No quiero mas problemas. Me echaron  del instituto.
-¿También eso? –dijo Anne sorprendida, mientras se sentaba frente a ella.
-Si, es todo por lo mismo. Pero Anne....siento decirte que no vine sólo a visitarte.
-Me imaginé, uno no sale de visita tan temprano. ¿En qué necesitás ayuda?
Eva sonrió ante la predisposición de su amiga. Sin dudas, valía oro.
-Verás...Aparte de todo, tengo un problema mas grande. Es mas grande porque son puras dudas, ninguna certeza.
Anne pestañeó rápido, tratando de entender. Eva le dio un sorbo a su café, estaba visiblemente nerviosa, le temblaban las manos.
-Es...complicado. Pero sos la única que me puede ayudar, porque ya sabés lo que es, y si yo te cuento me vas a poder decir y....
-Basta Eva. Dejá de dar vueltas. Decime de una vez qué pasa.
Se sorprendió de ver su determinación.  Anne siempre había parecido una mujer dulce, y ahora la veía llena de firmeza y seriedad. Tomó aire y trató de controlar su temblorosa voz, mientras sentía la penetrante mirada de Anne clavada en ella. Tomó aire otra vez y tragó saliva.
-Creo que estoy embarazada.



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Hola! Perdón por casi un mes de tardanza! Ya saben, exámenes y todo eso.....
Bueno, les dejo el que considero el mejor capitulo de estos últimos mese. Sonará poco humilde pero asi lo siento jajaja
Como siempre, les dejo la canción. Si este fic fuera telenovela, estoy segura que tendría ESTA canción. Creo que  voy a vender mi idea a alguna productora, ya hasta la banda de sonido tiene! jaja
Les dejo un saludo, prometo no tardar tanto.