martes, 23 de abril de 2013

Capitulo 56 Ojalá que no puedas hacerle el amor, ojalá que no puedas...


Dante festejó cuando el dado le mostró un seis. Contento, hizo avanzar su ficha naranja seis casilleros.
-Ey, ey, no hagas trampa, que caíste en un casillero rojo. Debes retroceder uno.
El chico miró a Eva, molesto, y enfurruñado hizo retroceder su ficha.
-¡Já, mirá! Voy a avanzar cuatro –dijo mirando el dado –de todos modos ya no te alcanzaré.
Anne apareció con una bandeja con tres tazas humeantes y se acercó a la pareja de jugadores, que estaba sentada en el suelo.
-Té caliente, y para vos, leche –señaló a Dante.
-No quiero.
-¿Cómo que no? Vamos, andá a lavarte las manos.
Corriendo, el chico subió las escaleras. Anne se sentó en la alfombra, junto a Eva, y le alcanzó  una taza.
-¿Cómo lleva lo de Mark?
-A veces bien, y a veces...mal.
Hacía dos meses que Anne había comenzado una relación con su médico, Mark. Después de muchas dudas e idas y vueltas, al fin se había atrevido a dar ese paso. Mark era un hombre un poco más mayor que ella, también viudo, y sin hijos. Pese a eso, comprendía la situación de Anne, y también la de Dante. El pequeño se había llevado de manera excelente con él mientras pensaba que era un “amigo” de su madre. Cuando le contaron la verdad, no lo tomó muy bien, sobre todo porque estaba influenciado por los comentarios de sus compañeritos de escuela, que le decían que tener padrastro era malo. Por eso, en algunas ocasiones se comportaba mal, como un niño malcriado y salvaje, pero Anne trataba de no reprenderlo para no empeorar las cosas, aunque a ella le dolía mucho y se le cruzaba por la cabeza la idea de dar fin a la relación. Pero otras veces, Dante parecía olvidar quién era Mark y se prestaba a jugar y reír con él. Por suerte, Mark comprendía perfectamente las actitudes de Dante y como médico aseguraba que pasarían conforme el niño se acostumbrara y creciera.
En cuanto a la relación, Anne se sentía muy feliz, al fin había encontrado un hombre que la quería y la respetaba, aunque aún no podía asegurar que lo amaba. Muchas veces, el recuerdo de su esposo le empañaba la felicidad con tristeza. Lo había amado mucho y lo había perdido de repente. Suponía que a Mark le sucedía algo similar.

Cuando salió de la casa, Eva se sentía feliz por su amiga, ya no la veía como a una mujer dulce pero con dejos de tristeza, sino a una joven radiante y llena de esperanza en el futuro. Ella...ella no podía decir lo mismo. Lo que tanto había temido, llegó: ya no había NADA. Todo el fuego que alguna vez hubo, se había apagado tan rápido como se encendió. Y ella continuaba así, resignada. Pero algo seguía ahí, algo seguía matándola de a poco: la duda. La duda que desde un principio la había atormentado: ¿Cuál? A esas alturas, ya era imposible decidirse. Vivir tantas cosas con cada uno de ellos le complicaba la tarea. Se reprocharía por el resto de su vida no haber elegido cuando todo comenzó. Ahora estaba resignada y creía que tenía merecido el sufrimiento que le causaba seguir amándolos cuando ellos, al parecer, ya no. Quizás ellos también estuvieran confundidos...
Una idea horrible le daba vueltas en la cabeza, pero no le quedaba mas remedio que considerarla. Lo mejor era irse, dar por terminado todo antes de que siguieran lastimándose. Pero esa idea le daba mucho miedo.
Envuelta en esa maraña de pensamientos, llegó a la casa sin darse cuenta.
-Hola amor –John le dio un gran beso en la mejilla, pero ella respondió sólo con una mueca. Ese beso era algo muy lejano, aunque quizás sólo fueran ideas suyas.
-¿Te pasa algo?
-No John, nada. Estoy un poco...mareada. Tomaré una aspirina.
Fue casi corriendo hasta la cocina, tomó la aspirina y se sentó en la mesa, pensativa. A lo mejor, el problema era ella. Ni sabía porqué había respondido así al saludo de John.
Una semana después, pudo dilucidar el misterio.
Leía una novela, tirada sobre el sofá, con la radio a su lado. Subió el volumen cuando el locutor anunció un tema de la banda de Patrick. Sonrió, por suerte estaban teniendo éxito, y bastante seguido pasaban sus canciones en la radio. Según le había contado Jenny, el disco se estaba vendiendo bien.
Se pronto, la puerta de calle se abrió y entró Paul. Eva se extrañó de ver la cara de sorpresa de Paul cuando la vio allí sentada. Parecía espantado.
-Hola...ehh...no sabía que estabas acá.
-Mmm...hace como dos horas que estoy. ¿Y vos, dónde estabas? estuviste toda la tarde afuera y los chicos no sabían dónde te habías metido. –paró de hablar cuando notó la cara de preocupación del chico –Ehh...Paul...¿te sentís bien?
Paul no respondió, solo se quitó la chaqueta y se sentó a su lado y ella apagó la radio y cerró el libro. Quiso hacerle una caricia pero quedó estupefacta cuando Paul, con angustia mal disimulada, le apartó la mano.
-¿Q...qué te pasa Paul? –tuvo un presentimiento y comenzó a desesperarse.
-Yo...ehh....ay Eva, no sé qué decirte.
-Decilo y ya, dejá de dar vueltas.
-Es que no sé por dónde empezar.
-Por el principio. Ey, tranquilo, ¿pasó algo grave?
-No, bueno,  para mí sí. Bah, qué se yo...
-Te repito, tranquilo. Me estás asustando.
-Está bien, voy a hablar pero es muy complicado y...triste. Pero no estoy dispuesto a mentirte, así que te diré la verdad aunque duela.
Eva tragó  saliva. Sentía que el corazón le latía rápido, y que quizás estuviera en sus sienes, ya que sentía allí unas fuertes pulsaciones. Ver el rostro de Paul no la ayudaba, parecía que estaba a punto de romper en llanto, pero trataba de controlarse con mucho esfuerzo, para poder decirle aquello que parecía tan importante.
-Yo...ehh...yo....conocí a alguien. Una chica.
-Lo supuse –respondió en un suspiro.
-Por favor, dejame terminar. Yo la conocí así, de casualidad y la he visto un par de veces más y...me gusta. Lo siento Eva, te juro que traté de controlarme, pero no puedo. Me gusta y encima...creo que la quiero. Hoy la invité a salir, vengo de esa cita. Sólo charlamos, nada mas, pero noté que a ella le pasa algo conmigo también.
-Es esa tal Linda, ¿no?
Esta vez, el que suspiró fue Paul, y asintió mirando el suelo.
-Sí, es ella. Pero te juro que no ha pasado nada, ni siquiera la he besado.
-Eso no te lo creés ni vos...
-¡Es verdad!
-Por favor, sos Paul McCartney, un gran mujeriego que no desaprovecha oportunidades, ¿me va s a decir que no la besaste? No me hagas reír.
-No me hables así. –Paul pareció ofendido, pero volvió a su anterior estado de preocupación –Creeme, es enserio. No he intentado nada porque considero que sería engañarte y no quiero eso. No te lo merecés.
-Oh que considerado, no me lo merezco, pero te vas con ella.
-Eva no me voy  con ella, te dije que no intenté nada y tampoco estoy seguro de si a ella le pasa algo conmigo.
-¿Y si ella no te acepta? ¿Volverás acá, no? Seré como un repuesto.
-No, no digas eso...
Lo miró indignada y se puso de pie de un salto.
-Eva, entendeme yo...
-¿Qué querés que entienda? ¿Que ahora te calentaste con otra y me dejás? ¿Eso querés que entienda?
-No, esperá, calmate.
-¡Entendeme vos a mí, Paul! Hace meses que estoy mal, que esto no va ni para atrás ni para adelante, y ahora me caés con esto, con que te gusta otra y obviamente te vas tras ella, como un perro. ¡Bravo, lo felicito señor McCartney, el conquistador!
Paul también se puso se pie y la tomó de los brazos.
-Basta, calmate.
-¡No me toques! Vamos, andate con ella. Ah no, pará. La que se va soy yo ¡Estoy cansada de todo esto!
-No, no te vas nada. Te lo suplico, entendeme.
-¡Te dije que no! ¡Y soltame de una vez! –intentó zafarse, pero Paul la tomaba con mas fuerza! -¡Dejame!
-¡Calmate, hablemos bien!
-¡No quiero hablar bien, no hay nada para hablar! ¡Dejame de una vez y andate con tu querida Linda si ya no te importo!
-¡¿Qué querés que haga si no te amo mas?!
De inmediato, Paul se arrepintió de lo que había dicho. Se había prometido no decirle semejante cosa nunca, no causarle ese dolor, pero era lo que sentía, o mejor dicho, lo que ya no sentía. Y en ese momento de enojo, se le había escapado.
-Ya...genial –Eva pareció calmarse al escucharlo. –Eso era lo que necesitaba saber. Perfecto, no me querés, se acabó todo. Pero se acabó para vos, para mí no.
-No me creas, lo dije sólo de bronca, yo aún te amo Eva, perdoname, fue horrible lo que te dije.
-Ni te molestes en mentirme. ¿Pero sabés qué? Yo no voy a quedarme sentada y llorando, viendo como una groupie cualquiera te lleva. No, así no me voy a quedar. Vos no me vas a dejar tan fácil, porque yo todavía te amo y voy a hacer cualquier cosa para retenerte. Y si vos no me amás más, no me importa, te vas a quedar conmigo igual,
-Pará, pará, no digas esas cosas...
-Es enserio Paul. Tan fácil no me vas a dejar. A vos y a ella les voy a hacer la vida imposible. A ella y a todas las que se quieran acercar a ustedes. Voy a ser una leona para defender lo que es mío.
-No podés obligarme. Y vos no sos así, no hablás como la Eva de siempre.
-Hace mucho que cambié, y tarde te das cuenta. Me cansé de ser una tonta dominada, ahora voy a ser mala, porque nadie viene y me quita lo que amo.
-No hables como si yo fuera un objeto, y ya te digo, no me podés obligar. Tenés que entender, esto iba a pasar algún día, te lo tenías que imaginar.
-Me lo imaginé, pero ahora voy a luchar. Ya te dije, no te será tan fácil.
-Muy bien –Paul se puso la chaqueta y la miró, desafiante –Empezá esa “guerra” que pretendés librar. Aunque, en parte, la culpa es tuya por nunca haberte decidido por alguno. Alguien tenía que empezar a cansarse y ese soy yo. Me voy.
-Bien, andá con Linda. Les deseo lo peor. De todo corazón.


Después de pasar una noche tratando de ahogar el llanto, vio amanecer. Comprendió que reaccionar como había reaccionado estaba mal, porque Paul terminaría tomándole odio, y ella quería todo lo contrario. Planeó una estrategia: parecer buena, conforme y tranquila, para después dar el zarpazo.
Una semana después, Paul, con incomodidad, le comunicó que traería a Linda a la casa, para que la conociera. Al parecer, la chica estaba enterada de toda la historia, y quería conocer a esa muchacha tan misteriosa de la que todos aún hablaban.
Eva aceptó mostrando que estaba arrepentida y Paul pareció tranquilizarse. Por la tarde, Eva continuaba con la lectura de su novela, cuando vio por la ventana que llegaba el auto de Paul. Era la hora de ver a su enemiga.
Se arregló el pelo frente a un espejo y se sentó de vuelta. Unos instantes después, se abrió la puerta y pareció Paul con una chica rubia, alta, pero con una belleza que no era nada del otro mundo. Una chica común y corriente. Como ella.
-Eva...-Paul se veía nervioso, nunca una presentación iba a ser más incómoda que esa –Ella es Linda.
-Hola Linda –trató de forzar una sonrisa, pero no pudo. Lo que había planeado no podía llevarse a cabo, el odio que se había encargado de elaborar en lo mas profundo de ella, le ganaba.
-Hola Eva, me alegro de conocerte.
-No puedo decir lo mismo, pero así es la vida –volvió a sentarse en el sofá. Vio que Paul, con la miraada, le suplicaba que se comportara, pero no estaba dispuesta a hacerle ese favor.
-Linda, sentate. Iré a preparar té.
Linda asintió, poco convencida, y preocupada. La idea de quedarse a solas con esa otra chica, de la que sabía bastante, pero no tanto como deseaba, la asustaba.
-Así que sos la famosa Linda –dijo Eva, encendiendo un cigarrillo. –Pues, le hacés honor al nombre, sos linda.
-Gracias....
-No te lo tomes como un cumplido, que es lo menos que haré. Voy a ser directa, no tengo ganas de perder el tiempo en cortesías mal hechas. No te conozco, pero te odio. Y así, cayendo como una paracaidista, no te vas a llevar a Paul. Antes vas a tener que pelear por él. Y te aviso que vas a perder.
Linda sólo miró hacia un costado, no quería que esa otra mujer que parecía llena de odio hacia ella, viera como se le cristalizaban los ojos.
-Con Paul apenas comenzamos, pero él insistió en que me conocieras.
-Mejor, me gusta conocer a mis enemigas. Pero ya te digo, no lo lograrás.
Paul apareció con el té y Eva se puso de pie.
-Me voy.
-Pero...
-No jodas Paul, no pretendas que esto sea una reunión de la asociación de amas de casa. Ya te lo dije una vez, pero te lo repito: la peor de las suertes para ustedes dos.




***********
Hola!!! Perdón por la tardanza, pero ando bastante loca (qué novedad!) con las cosas de la universidad, y este capi lo terminé anoche a las 2 de la mañana, en la cama, durmiéndome, eso explica lo feo que está, pero es lo que hay, no? Peor es que no pudiera subir nada jaja
El título (que titulito le puse eh? jaja) es este tema: 


Alguna argentina me va a pegar un palo por poner un tema de Cacho, pero es demasiado buen tema para no ponerlo! jajaja
Saludos y nos leemos! 

sábado, 6 de abril de 2013

Capitulo 55 ¿Quién es esta chica? II


Dos meses habían transcurrido desde el escándalo. Sin embargo, las bocas aún hablaban. A Eva, eso ya había dejado de importarle, se sentía deprimida, ajena a todo. Se arrepentía de ya no trabajar mas, ahora se la pasaba aburrida, nada le llamaba la atención, y se fumaba todo lo fumable que se le cruzara. Básicamente, estaba hastiada de todo. Atribuía parte de su estado a su problema de salud, que ya estaba bajo control y casi normalizado, pero culpar a eso le servía como excusa.
Los síntomas del desgaste de la relación habían vuelto. Y para agravar aún mas las cosas, ella se había resignado. El barco hacía aguas por todos lados.
Pero si había alguien por el que estaba dispuesta a abandonar su letargo y ponerse en pie de guerra, ese alguien era Paul. Dos veces lo había escuchando hablar con George de una tal Linda. Lo que temía estaba llegando y ella no iba a permitir que una cualquiera se lo arrebatara. Si tenía que luchar, lo haría, hasta las últimas consecuencias.
Pensar eso la llenaba de odio hacia esa desconocida y hacia todas las que se le cruzaran  a Paul, o a cualquiera de los chicos. Estaba consumiéndose de celos.
Mordisqueaba un lápiz con fuerza, cuando unos golpes en la puerta la hicieron reaccionar.
-Permiso –una sonriente Jenny se asomó.
-¡Ey! Vamos, entrá. –contestó, palmeando la cama para que su amiga se sentara.
-¿Cómo estás? ¡Tengo que contarte una noticia!
-Mejor no te digo cómo estoy, que te arruinaré la alegría que llevás encima. ¡Dale, empezá a contar!
-¡Patrick comenzó con el disco!
-¡Eso es buenísimo, perfecto!
-Cree que en un mes estará a punto. ¡Ay, no sabés la alegría que tiene! Y yo también, obvio. Ah, pero hay otra cosa que debo decirte.
Eva pestañeó rápido ante el cambio de voz y de semblante de Jenny. Pasaba de la euforia a la seriedad en milésimas de segundos, y eso era, muchas veces, desconcertante.
-¿Qué pasó? –preguntó con cuidado.
-Anne me contó todo.
-¿Q...Qué?
-¡Esperá! No fue su culpa, ella comenzó a hablar de que el médico “le tira onda” y yo empecé a tratar de averiguar más, y cuando se dio cuenta...Bueno, estaba contándome lo tuyo. Dijo que había ido con vos, y después volvió por unos controles, y ahí empezó todo. Yo, claro, le pregunté qué porqué había ido con vos y...eso, me dijo.
-No puedo creerlo...¡Anne me lo prometió!
-No te enojes, ya te expliqué. ¿Podés  creerlo? ¡Anne tiene un pretendiente!
-Ese doctor parece buena persona, ojalá que...
-Igualmente estoy enojada con vos.
Eva no puedo reprimir una risita. Los cambios de Jenny tornaban algo delirante a la conversación.
-Decidite por qué cosa hablarás primero.
-De acuerdo. Estoy enojada. No, mentira, no lo estoy –sonrió –Entiendo que a veces soy un poco....impulsiva, y enterarme de tus dudas hubiera hecho que me enojara, te gritara, y todo eso. Prometo controlarme, así ya no hay mas secretos. Igual, sos una tonta.
-Lo sé. Pero por suerte no pasó nada, si no, no sé qué hubiera hecho. Y me alegro que lo sepas, y que no estés enojada, yo tampoco quiero mas secretos entre nosotras. Ahora sí, ¡Qué bien por Anne!
-¡Sí! Cuando me contó quedé pasmada, pero....ella se lo merece. Sé que desde que quedó viuda tuvo varias propuestas, pero ella no quiso, ahora parece que se quiere animar a comenzar de nuevo.
-Es muy joven y tiene que darse una oportunidad. Ojalá todo salga bien. Hay que ver cómo se lo toma Dante.
-Seguro que bien, ese chico es un encanto. Ahora contame lo tuyo.
-Jenny....lo mío es siempre lo mismo.




John y George tomaban distendidos en el lugar mas apartado del bar de mas categoría de Londres. Charlaban de cualquier cosa cuando la conversación cayó en un punto delicado: Eva.
-Pues...ya ves que todo está jodido.
-No John, no lo veo así. Para mí es sólo una crisis.
-Si vos lo decís...Aunque, no sé qué se hace en casos de crisis.
-Supongo que dejar que las cosas se arreglen solas.
-No, no, así no. Se trata de buscar soluciones y...
-¡Hola!
Ambos miraron sorprendidos a la chica rubia que los saludaba. George la reconoció enseguida.
-Hola...Pattie, ¿no? Sos la amiga de la otra chica...¿Cómo era que se llamaba?
-Linda –rió –Y sí, soy Pattie, su amiga.
-Ah, qué bueno verte. Te presento a John.
-Ya sé quién es –volvió a reír –Hola John, soy Pattie, un gusto.
-El gusto es mío –contestó John, poco entusiasta.
-Qué raro vernos acá –dijo George con una sonrisa.
-La verdad que sí, es la primera vez que vengo y no esperaba encontrarlos.
-¿Estas con alguien? –preguntó inseguro.
-Estaba. Mi novio me trajo.
-Ahh...tu novio....-repitió George.
-Y ahora ya me estaba yendo, él se enojó y se fue. Así que eso, nos vemos, un placer haber charlado con ustedes.
-Esperá, ¿querés tomar algo? La otra vez muy amables no fuimos con Paul, y quiero revertir esa imagen.
Pattie sonrió, pero vio la cara de disgusto de John. Iba a negarse, pero George insistió.
-E...está bien, pero sólo una copa, además es tarde y mañana tengo que comenzar a trabajar temprano.
-¿Trabajás? ¿En qué?
-Soy modelo. Y mañana hay una sesión de fotos con mi hermana y...
Pattie continuó parloteando con George, y luego de casi una hora, se despidió de ellos y salió rápidamente del bar y corrió un taxi. Luego de que vieron por la lejana vidriera que ella se había ido, John se sentó junto a George, en el lugar que Pattie había dejado vacío.
-Con que sólo una crisis, ¿no?




Los sábados por la tarde eran peores que los domingos. Los chicos casi siempre tenían notas u otras actividades, y dejaban la casa sola. Después de limpiar la cocina y acomodar un poco las habitaciones, se tiró en su cama a leer. Fumó un cigarrillo tras otro, pensando en que su vida iba la deriva. También pensó en su madre.
Vio que el atardecer llegaba, tomó su cámara y salió a la calle, decidida a aprovechar los claroscuros de la tarde que moría. Solo pudo tomar dos o tres fotos porque la poca luz se desvaneció. Sin embargo, no quería volver  a casa tan rápido, a estar sola. Optó por vagar por ahí, en la noche nadie la reconocería.
Después de recorrer varias calles y de casi acercarse al centro de la ciudad, paró a descansar. Ya hacía frío y rebuscó en su bolso, pero no pudo encontrar ni un solo cigarrillo, los había olvidado. Maldijo, y se sentó en un cantero con unas pocas y tristes flores. En el bolsillo interior de su saco encontró un porro. Ella no lo había puesto allí, seguramente  habría sido alguno de los chicos. Miró a todos lados, cerciorándose de que no hubiera nadie. Lentamente, lo prendió y se lo llevó a la boca. Luego de un cuarto de hora, echó a andar rumbo a su casa, ya era totalmente de noche y hasta le daba algo de miedo. Sentía los efectos de la  marihuana y hasta temió perder el rumbo, pero continuó caminando. Hasta que escuchó un silbato.
-¡Señorita!
Se giró y vio que hacia ella corría un policía.
-Mierda, mierda, mierda –repitió  susurrando desesperada. Arrojó lo que le quedaba del porro al suelo y lo pisó con el taco del zapato.
-¿Documentos? –pidió el policía, de malas maneras.
-N...no los traje.
-¿Qué arrojó al suelo?
-Nada...un cigarrillo.
El policía la movió del lugar donde parecía haberse quedado clavada y miró bien.
-Eso no es un cigarrillo –dictaminó –Tendrá que acompañarme.
-¡Pero yo...!
-Acompáñeme o le cargaremos “Desacato a la autoridad” a su prontuario.
Sin darle tiempo a una palabra mas, el policía la tomó de un brazo y casi la arrastró, mientras le hacía señas a un compañero. Entre ambos, la metieron en un auto policial y se la llevaron.




-Oigan...¿acaso no es ésta la que anda con The Beatles?
-Sí, sí, acá dice que se llama Eva Victoria Sheels. Hola bonita.
-No me hablen idiotas –contestó molesta.
-Bien, a pesar de lo mal que nos tratás, chiquita famosa, te soltaremos. No encontramos hierba en tus pertenencias, así que ya te podés ir. Pero sola no, acá tenés un teléfono –uno de los policías puso un aparato sobre la mesa, y desconfiada, Eva llamó. Con pocas explicaciones dijo que estaba en la comisaría y que necesitaba que la fueran a retirar.
-Ojalá venga alguno de ellos, tendremos autógrafos.
-Le daré uno a Lisa, con eso ya no podrá negarse a salir conmigo.
Eva negó con la cabeza, mirando hacia otro lado. Jamás pensó que terminaría allí.
Al fin se abrió la puerta y apareció Paul, apurado y molesto.
-¿Qué hiciste? –reclamó.
No pudo contestar porque varios policías se abalanzaron sobre él, pidiendo los dichosos autógrafos. Paul firmó varios, hasta que el comisario los llamó a los dos.
-Leeré el acta.
-De acuerdo –dijeron Paul y Eva.
-“A los 21 días del mes de junio de 1967, se procede a la detención de la señorita Eva Victoria Sheels, de 22 años, nacida en Manchester el 14 de enero de 1945, ocupación fotógrafa, columnista de rock y groupie, por portación ilegal de marihuana”
-Oiga, yo no soy una groupie
-Callese y firme aquí sino quiere pasar la noche en el calabozo
La aludida firmó de mala gana y debajo firmó quien la había retirado de la comisaría de Londres, Paul McCartney.
-Por favor, que esto no se sepa-pidió el beatle
-Veremos que hacemos-respondió el comisario
-No, se lo estoy pidiendo por favor-pidió suplicante
-Son 500 libras -respondió cortante el policía
-Usted es un mafioso
-Paul….-dijo la “casi” convicta
-Todo con tal de que no hable-dijo con tono resignado Paul, mientras sacaba su billetera
Paul la sacó de allí, casi a rastras y la metió en el auto.
-Sos una tonta-dijo Paul mientras manejaba su coche- ¿A quién se le ocurre ir por la calle fumando marihuana?
-Esto pasa porque este es un país de mierda-respondió casi indiferente
-Ahora la culpa la tiene el país
-Si, porque es un atraso, ¿o me vas a decir que un país que sigue manteniendo a la monarquía no es un país atrasado?
Paul solo suspiró de rabia y ella esbozó una sonrisa ganadora mientras miraba por la ventanilla y recordaba como había empezado todo…


Cuando llegaron a la casa, discutía. Paul seguía enojado, y ella seguí indiferente a todos los reproches. Al bajarse del auto, Eva lo miró, y se paró firme delante de él.
-Si tan enojado y defraudado por mí estás, andate con tu Linda.
Las palabras parecieron escupidas con odio a la cara de Paul, que la  miró sorprendido.
-No sé de qué hablás.
-No te hagas, que tonta no soy y lo sabés bien. Así que yo también estoy enojada y me siento defraudada por vos. Estamos mano a mano.
Sin decir más nada, entró en la casa y cerró dando un portazo, dejando a Paul afuera, apoyado en el auto, desconcertado.



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Hola! Bueno, se habrán dado cuenta (o no) que en este capitulo, se vuelve al primero, o sea, que si releen el primer capi van a encontrar un pedazo de este y viceversa. Locuras mías, pero así lo pensé desde el primer momento en que concebí el fic (?) jajajaaja
Como les va? Espero que estén perfectas, y disculpen la tardanza. Pronto subiré el próximo :)
Ahora me despido, adiós!!!