miércoles, 28 de agosto de 2013

Capitulo 61 Sola ya no quiero navegar

Cuando Anne abrió la puerta, se encontró a dos sonrientes  Eva y Ringo, que levantaban en alto una botella de vino.
-¿Cómo está a recién casada?
-¡Muy bien chicos! Pasen, ya están casi todos.
Se miraron de reojo, no sabían que había mas gente aparte de Anne y Mark. Jenny y Patrick no estaban en la ciudad, así que aquello les parecía extraño. Cuando llegaron donde la mesa estaba tendida, Eva se dio cuenta de que se trataba de la familia de Mark, a quienes había conocido en la boda. Saludaron a todos y se sentaron. Ringo comenzó a charlar con una chica, una prima de Mark con la que había bailado en la fiesta. Ambos bromeaban recordando justamente eso, el baile, y Eva no pudo evitar sentirse incómoda. Anne la miró casi alarmada, conocía muy bien a su amiga y sabía lo que se le estaba pasando por la cabeza. La prima de Mark era muy simpática y divertida, además era de Liverpool, por lo tanto compartía frases y chistes con Ringo, que sólo ellos entendían.
-Anne, yo te ayudo. –dijo como excusa para levantarse de la mesa y salir casi corriendo hacia la cocina.
-Ey Eva, no te preocupes –Anne la tomó de un brazo, mirándola tranquilizadoramente –Maureen no es un peligro.
-¿Ah no? Pues lo parece.
-Pensé que estabas acostumbrada a que las mujeres te quieran robar a tus novios.
-Lo estoy, pero ella es distinta. Y Ringo siempre es encantador con todos, pero con ésta...Hay otra cosa.
-No seas paranoica, mujer. No va a pasar nada.
Volvían  a la mesa con sonrisas fingidas cuando escucharon que Ringo, solícito, se ofrecía para llevar a Maureen al día siguiente a Hyde Park. La madre de la chica parecía encantada. Y la chica, aún más.
-Rich, mañana no podés –dijo Eva con sequedad.
Ringo la miró confundido.
-¿Por qué?
-Tenés que grabar.
-Eso ya lo hice ayer –respondió riendo –Ahora estoy libre. Mañana vamos a a pasear.
-Yo no puedo –todos la miraron, pero no le importó –De hecho, mañana tengo que levantarme temprano.
-Pero, ¿por q...?
-Tengo que hacerme los análisis, ¿no te acordás?
Ringo asintió, aunque no se acordaba en absoluto de ningún análisis.
-Ya es tarde.
-Sí, sí, será mejor que nos vayamos antes de que se haga mas tarde. Si mañana tenés que ir a hacerte análisis, tendrás que levantarte temprano...
-Sí.
-Bueno, ¡nos vemos mañana! –Ringo saludó a todos con una gran sonrisa y salió tras Eva.
-¿De qué análisis hablabas? Yo no estaba ni enterado. –dijo cuando subieron al auto.
-De ninguno, no existen tales análisis.
-¿Y enton...? Ah, inventaste todo para irte. ¿Qué te pasa?
Lo miró y negó con la cabeza.
-Vámonos.
No, decime porqué hiciste eso.
-Ay, ¿por qué va a ser? ¡Porque me quería ir! Ahora vamos a casa de una vez por todas.
Ringo puso el auto en marcha maldiciendo por lo bajo y condujo sin despegar los labios hasta que llegaron. Ni bien se detuvo, Eva quiso salir del auto pero él se lo impidió.
-Decime qué te pasa. Ya, ahora.
-No quiero.
-No me importa.
-Dejame en paz Starkey –quiso abrir la puerta pero él la sostuvo del brazo con fuerza. Suspiró –Está bien. No soportaba verte con esa. Y mucho menos saber que mañana la llevarás a pasear como si fuera una nena de 7 años y vos el tío.
-¿Era por eso? ¿Por que estás celosa?
-No le quites importancia. Demasiado tengo con lo que pasó con Paul y George. Y yo vi cómo te miraba. Las mujeres nos damos cuenta de eso.
-Eva estás haciendo un drama por una pavada.
Lo miró por el rabillo del ojo. Ringo estaba extremadamente serio y su voz era mas grave de lo normal. Abrió la puerta y salió del auto, dejándolo solo.


Eran casi las once de la mañana. Afuera parecía que el día estaba a pleno sol, pero se tapó hasta la cabeza, a la vez que rezongaba, como era habitual en ella casa mañana. Ese día quería levantarse temprano, pero a la vista estaba que su fuerza de voluntad o la había acompañado.
Escuché golpes en la puerta y apenas destapándose la cara, gritó un “¡Pase!” en medio de un amplio bostezo.
Con apenas un ojo abierto, vio que entraba Ringo.
-Ya sé que es tardísimo, ahora me levanto.
Él sonrió y le dio un suave beso.
-Entonces apurate. En un rato nos vamos.
Abrió los ojos de repente.
-¿Qué? ¿Adónde?
-A Hyde Park –respondió como si fuera lo mas obvio del mundo.
-¿Vos me estás tomando el pelo? –se incorporó, visiblemente indignada -¿Después de lo de anoche me invitás a ir?
-Ay Eva, ya te dije que no hagas un drama –respondió, cansado –Va a ir Maureen y la madre y creo que hasta Anne.
-¿Y por qué tenés que ir vos?
-Eva yo hago lo que quiero.
-Y yo también. Dejame dormir. –volvió a acostarse.
-No, mirame –la destapó.
-¡Dejame tranquila! ¡Andate!
-¡No te comportes como una nena caprichosa, entonces!
Bufó y volvió a sentarse. Casi se asustó al ver a Ringo: estaba enojado y la miraba con autoridad.
-Escuchame bien una cosa: fui amable y me ofrecí para llevarlas, ¿qué hay de malo en eso?
-Visto así, nada. Pero no me digas que no te diste cuenta como te miraba y te hablaba.
-Como una  chica normal. Y no me digas que soy tonto porque creo que tengo mas experiencia con mujeres que cualquier hombre del país.
-Ya, no me recuerdes que has andado con centenares. Pero igual, es claro que está interesada en vos.
-¡Ay Eva! ¡Todas las mujeres están interesadas en nosotros! ¡Dejá de ver fantasmas! Además, si fuera una cita o lo que sea que estés pensando, ¡no te invitaría a vos!
-Me da igual, no voy a ir.
-Hacé como quieras, entonces –se fue dando un portazo, y Eva arrojó un almohadón. Después volvió a taparse, mientras maldecía todo lo maldecible.
Poco a poco fue calmándose hasta entrar en una ensoñación, de la que la sacó una tibia caricia.
-Dormilona y enojona.
-Buenos días John –dijo sonriendo, aún sin abrir los ojos.
-Yo mas bien diría buenas tardes. Es la 1.
-¿Ya? –se incorporó rápidamente -¡Y yo que tenía que hacer muchas cosas hoy! ¡Medio día perdido!
-¡Si no hacés nada! –rió John, recostándose a su lado.
-Pero hoy quería hacer cosas.
-Ya hiciste: te peleaste con Ringo.
-Se fue con una estúpida.
-Eva, tiene razón, ves fantasmas por todas partes.
-John –lo miró, seria –con todo lo que me ha pasado, es lógico que sospeche de cualquiera que tan siquiera ose saludarlos.
-Pero te estás poniendo enferma de celos.
-Ah claro, vos no lo sos.
-Bueno, te contagié –le dio un sonoro beso en la mejilla –Y ahora dejá de rezongar, que te pondrás vieja y arrugada. Ya el día está perdido, así que propongo que hagamos cosas entretenidas.
-Sos un degenerado.
-Habló la carmelita descalza.
-Descalza estoy.
John rió y la calló con un beso, para luego ir quitándole suavemente el pijama.



-¡Nunca imaginé que Londres fuera una ciudad tan linda!
Maureen se veía muy contenta con todo lo que veía. Su madre asentía gustosa, Ringo reía y Anne se dedicaba a observarlo todo con detenimiento. Por el bien de su amiga, había adoptado un papel de espía infiltrado que se le estaba dando muy bien. Hasta el momento no había notado nada extraño, salvo las miradas que le lanzaba Maureen a Ringo y dos o tres roces en el brazo. El chico parecía ajeno a todo. De todos modos, por esas nimiedades ni molestaría a Eva para contarle, demasiado tenía la pobre chica. Justamente por todo lo que había visto, decidió lanzar una sugerencia:
-Ya empezó a hacer frío, ¿no? Creo que tendríamos que volver...
-Es verdad –asintió la madre de Maureen –Además tenemos que preparar el equipaje.
Maureen miró a su madre con enojo, pero a Anne le dedicó una mirada de rabia. Anne sonrió para sus adentros: ya tenía edad para darse cuanta que la chica le había tomado bronca por ser amiga de Eva, y también por ser la esposa de su “primo preferido”, denominación que a Anne siempre le había hecho ruido.



Trazaba garabatos con el dedo sobre el pecho desnudo de John, sin decir una palabra, mientras él le acariciaba un hombro.
-¿Y qué era lo que tenías que hacer hoy? –preguntó él, después de un rato.
-Tengo hambre.
-Contestame –rió.
-Amm...bueno...Iba a buscar trabajo.
-¿Otra vez? Pensé que te había quedado claro...
-Sí, ya sé –lo interrumpió –pero John. Me conocés, no puedo, me aburro mucho. Aunque sea algo liviano. Además quiero mi propio dinero.
-Vos y tu independencia...No te culpo, soy igual.
Otra vez se hizo un silencio entre ellos, aún mas largo, tanto que cada uno pensó que el otro se había dormido.
-John.
-¿Si? –preguntó sorprendido.
-¿Vos me querés?
John tragó saliva y Eva se dio cuenta de que había contenido la respiración. Se incorporó un poco para mirarlo a los ojos, y formularle con la mirada la misma pregunta. Se encontró con una sonrisa dulce, al igual que la mirada de John.
-Claro que sí –le respondió al fin, acariciándole el rostro.
Se le escapó una sonrisa y volvió a acostarse a su lado, cerrando los ojos. Algo en su interior se había despertado, era como si hubiera recibido una revelación.


**********
Hola!!! Acá vuelvo con un capi más, raro en mi no atrasarme, pero ya lo tenía escrito y lo subí. 
Quiero darle un saludo a Ximena, que creo que es nueva lectora! Hola y gracias!
Y aquí les dejo, como siempre, la canción. Para mi es un temazo de aquellos, así que escúchenlo jaja


Y ahora me despido!!! Besos!


sábado, 17 de agosto de 2013

Capitulo 60 La Última Noche

Luego de ver sólo oscuridad apareció la luz. Sintió sus párpados pesados, y con gran esfuerzo los abrió. Vio a George y a Ringo inclinados hacia ella, con cara de preocupación.
-Creo que tendríamos que llamar a Paul. –dijo Ringo.
-No, ¿para qué?
-No sé...Bueno, a una ambulancia.
-No hace falta –dijo ella con voz débil –Me siento mejor, aunque no sé qué me pasó.
-Te desmayaste –informó George.
-Todo por tu culpa.
-Ringo, basta.
-Ya, ya recuerdo porqué era, pero...George decime que no es verdad.
Suspiró, negando con la cabeza.
-Lo siento. Es todo lo que puedo decirte.
-No seas bruto, Harrison.
-¡No te metas!
-¡Decíselo otro día, mirá lo que le hiciste!
-No puedo, tenía que decírselo hoy, no podía aguantar más.
-Ah claro, el señor no puede aguantar, ¿y ella sí? ¡Sos un egocéntrico! ¡Me defraudaste George, pensé que eras mejor persona!
-¡No es asunto tuyo, no me critiques, a vos te va a pasar lo mismo!
-¡Cállense los dos!
George miró a Eva, que a su vez los miraba con furia. Se dio cuenta, lleno de culpa, de lo que acababa de decir delante de ella.
-Perdón...-dijeron al unísono, mirando el suelo.
-¿No tienen otro momento para pelear? –como pudo, se incorporó. Sentía furia y rencor.
-Eva, yo...
-Eva nada. ¿Te vas con otra? Pues buena suerte y que te dure.
-Pará, pará...
-No paro nada ¿Quién es? ¿Cómo se llama?
-Pattie.
-Debe ser otra rubia, ¿no es así?
-Sí, es rubia.
-Qué bien, de a poco se van contagiando. Vamos, vayan yéndose y déjenme tirada. Creo que la pasaron bien mientras me usaron.
-Eva,  a mí no me incluyas, yo...-Ringo se acercó a ella y quiso sentarse en el sofá.
-¡No me toques! ¡No quiero ver  a ninguno de ustedes! ¡Déjenme todos de una vez y terminemos con esto!
No pudo contenerse mas y rompió en un llanto desesperado, propio de alguien desamparado y ya sin esperanzas.
-Perdón Eva, yo te sigo queriendo, lo que pasa...
-Basta George, si me quisieras no me dejarías. Andate con la Pattie esa o como se llame.
-Pero...
-Dejame sola.
-Eva...
-Por favor George, dejame sola, te lo pido por lo que más quieras...
Le dio un beso en la frente y salió de la casa. Enseguida se escuchó el ruido del motor de su auto, saliendo a toda velocidad.



-¿Así que pasó todo eso? –John, cruzado de brazos, apoyado en el marco de la puerta, miraba a George y a Ringo.
-John, tenía que decírselo.
-Entiendo. ¿Ahora quién seguirá? ¿Ringo? ¿Yo? ¡Qué mierda es todo esto!
-Buen día. –por su voz, no parecía justamente un deseo. Eva entró  a la cocina, aún con la ropa del día anterior, con el maquillaje corrido y completamente despeinada.
-Ya está el café –anunció Ringo, tendiéndole una taza.
-¿Está bien fuerte?
-Algo.
-En fin...-suspirando y mirando el suelo, comenzó a tomarlo.
-Eh...yo me voy...-todos vieron como George salía prácticamente huyendo.
-Eva, tenés que entenderlo –John se acercó a ella  y la tomó de los brazos con suavidad. Sin embargo, ella se zafó.
-Estoy tratando de entenderlo, pero...la culpa es mía.
-No, no digas eso, vos no tenés la culpa de nada.
Ringo se dio cuenta de que Eva ni siquiera lo estaba escuchando. La chica tomó aire y apartando a los dos, salió con paso lento hacia el baño.


-Es la primera vez que venís a verme.
George se encogió de hombros, desviando la vista de Paul.
-Ni sé porqué vine, pero el tema es que....le dije todo a Eva.
-Ya, me puedo imaginar a qué te referís.
-Cuando lo hiciste vos, te odié. Ahora te entiendo perfectamente.
-Lo importante es que te vayas rápido, sino todo se complica. Bueno, ya sabés todo lo que pasó. ¿Te vas a casar?
-No sé, primero viviré con Pattie un tiempo.  A veces ni sé si la quiero.
-Entonces estás mal de verdad.
-¿Lo tuyo con Linda cómo va?
-Perfecto. Todavía no es seguro, pero quizás esté embarazada.
-Oh.
George no sabía muy qué decir en esos casos, y más en uno especial como  ese. Lo que sí sabía, era que no le diría nada a nadie.



Giró el grifo y el agua helada comenzó a caer. Fue quitándose la ropa y dejándola en un rincón. Se miró, desnuda, en el enorme espejo que había y se dio desde lástima hasta miedo. Parecía que había cumplido treinta años más de golpe. Se metió bajo el agua y trató de olvidar todo tiritando. Recordó a su madre y a sus palabras la última vez que la vio: “Yo no parí a una puta”. Tenía razón, ella era eso, y se había arruinado la vida. Ahora sólo era lo que veía en el espejo, lo que quedaba de la antigua Eva.
La solución que tenía era irse de allí, volver con su madre y olvidar que alguna vez fue quien era. Pero dejar a John y a Ringo..sabía que ellos la querían y no quería dejarlos porque estaba dolida por el desamor de los otros dos. Era que pagaran justos por pecadores y eso no era bueno para nadie.
Salió de la ducha temblando y comenzó a secarse. Otra vez se miró en el espejo y se dijo a sí  misma que dejaría de tenerse pena y que volvería a ser como antes, no sólo por John y Ringo sino por ella misma.




Pattie miraba expectante a George. El chico estaba dando muchos rodeos y eso la hacía impacientarse aún más.
-Vamos George, ¿qué pasa? –preguntó al fin.
-Está bien, dejaré de dar vueltas, de todos modos no sirve de nada –contestó suspirando.
Pattie se cruzó de brazos, y lo miró tratando de adivinar qué pasaba, mientras George buscaba las palabras en silencio. Al fin la miró, con su mirada penetrante y profunda.
-Le dije todo a Eva. Ya lo sabe, y se lo ha tomado mal, como era de esperarse. Pero ya está, y ahora quiero vivir con vos. Si querés podemos ir  ahora mismo a buscar departamento.
-Pará, pará....George, todo esto es muy rápido.
-¿Rápido? ¿Cuanto hace que estamos saliendo, que querías que tomara una decisión? Pensé que ahora estarías aliviada...
-Es que lo estoy, pero no sé, igual parece precipitado...No me hagas caso.
George sonrió y se acercó para besarla.
-¿Querés que salgamos a ver departamentos o te gustaría pasear?
-Mejor vamos a pasear, mañana buscamos.
-¿Ésta noche puedo dormir acá?
-Claro que sí, amor.
-Ya quiero terminar con esto de una vez.


Pese a que estaba sola en su habitación, se había arreglado como para salir, maquillando hasta sus ojeras. Se tiró en la cama a leer una novela que hacía poco había salido a la venta y que estaba teniendo un éxito rotundo. Era muy buena y la hacía olvidar de sus problemas para ocuparse de los problemas de los personajes.
Había leído dos capítulos cuando escuchó golpecitos en la puerta.
-Soy yo. –escuchó la voz de Ringo.
-¿Y quién es yo? –rió –Pasá.
Ringo entró con una taza blanca, humeante.
-Dijiste que no vas a cenar y eso no puede ser. Te traje caldo.
-No estoy enferma.
-No me importa, estás flaca y aunque sea esto tenés que tomar. –le dió la taza y se acostó a su lado -¿Y esto?
-Una novela. Cuando la termine te la paso , está muy buena. Mucha sangre.
-Uy, me gustan ésas. Voy a leer el primer capítulo.
Ringo comenzó a leer mientras ella tomaba el caldo y lo miraba sonriendo al ver su cara de concentración.
-Ya me ha enganchado. –dijo cuando terminó de leer.
-¿Ves? Es buena. Me falta poco para terminarla.
-Ni se te ocurra contarme el final.
-Ay claro que no.
-Bien, te dejo en companía del caldo y de la sangre del libro. Me voy a dormir.
-¿No querés quedarte?
-Uy, tu propuesta me gusta, pero no, estoy molido.
-Como quieras, que duermas bien. –le dio un beso y observó como Ringo se iba arrastrando los pies.
Terminó su caldo, pensando y dándole vueltas a todo el lío en el que se había metido. Pese a todo, si le volvieran a ofrecer vivir lo mismo, lo elegiría con los ojos cerrados. Si ponía en la balanza las cosas buenas y malas, había más motivos para sonreír. Pero aunque lo malo fuera poco, era muy doloroso y pesaba más. Suspiró, dejó la taza en la mesita de noche y se quitó la ropa para vestirse con el pijama. Se metió en la cama y continuó leyendo. Sin darse cuenta, inmersa en la lectura, pasaron casi dos horas, y el reloj marcaba las dos de la mañana, cuando oyó pasos en el corredor. Trató de escuchar, pero volvió a la lectura, pensando que sería John o Ringo que andaban todavía dando vueltas por la casa en vez de dormir.
Unos minutos después, escuchó que alguien golpeaba la puerta. Cerró el libro y se levantó apurada sin siquiera calzarse. Abrió la puerta tiritando de frío, y se encontró con la mirada de George.
-Ah, George...Ya te vas, ¿no?
-Algo así...-respondió. También temblaba, pero de nervios –Yo....te pido perdón. Me siento una mierda y sé que te estoy lastimando, pero...
-Sí, sí, tenés que irte. –completó exasperada. –No quiero más explicaciones, son todas iguales.
-No te e....Bah, es una estupidez pedirte que no te enojes, estás en todo tu derecho.
-Ojalá algún día te odie.
-No seas tan dura....
-Es la única forma de que deje de quererte –con lentitud, le acarició el rostro. No podía evitar desarmarse ante el él. –Andate por favor.
-Perdoname por todo esto. –lejos de irse, George se acercó a ella y la besó con pasión.
Trató de resistirse, pero fue inútil. Mas que nunca quería estar con él, sentirlo por última vez, por mas que después se arrepintiera. Pronto cayeron en la cama, amándose desesperadamente, deseándose con una mezcla de amor, rabia y culpa, despidiéndose y lastimándose más de lo que estaban.


Pronto, para ellos, se hizo de día. Eva vio, a través de sus ojos entrecerrados, como George se vestía apurado, mirando la hora a cada instante. Suspiró y se giró dándole la espalda, apretando los párpados para no sentir la luz del sol, y para detener a las lágrimas que ya caían sobre su almohada. George se inclinó hacia ella, le besó un hombro y le apartó el cabello. Al notar que estaba llorando, le dio un beso en la mejilla, y se fue.


Pasaron dos meses.  Intentar llevarse bien con Pattie, fue inútil. En esos dos meses tuvo que verla cinco veces, y las cinco terminaron con peleas monumentales. En la última le gritó a la cara lo que había pasado con George la noche que se fue. Pattie pareció no inmutarse, pero saberlo le dolió mucho.
Sin embargo, en esos dos meses de guerra, Eva aprendió que así nunca conseguiría nada. Lo había aprendido antes, con Linda, pero al parecer se le había olvido. Quizás, para cuando el último de los Beatles la dejara, aprendería la lección, pensaba con tristeza. Lo cierto era que estaba cansada de pelear, y mas por alguien que, según decía, ya no la quería. Aunque con George siempre tendría dudas.
Si se ponía a pensar, el mismo método había funcionado con Paul: él ya no la quería, ello lo dejó libre, y para esa fecha ya se había olvidado de él. Bueno, eso le hacía creer su mente, porque su corazón aún lo recordaba. Si de algo estaba segura, era  que jamás los dejaría de querer. Quizás el amor amainara, pero nunca desaparecería.
Por eso, aquella tarde de casi primavera, invitó a Pattie a un café. En un lugar público, ambas se cuidarían de hacer escándalos.
Llegó a la hora fijada y se sentó en una mesa alejada. Se encendió un cigarrillo y miró el reloj: Pattie llevaba casi diez minutos de retraso. Bufó fastidiada, y pidió un café.


Estaba llegando casi a la mitad de su café cuando vio entrar a la rubia. No fue necesario llamarla, la chica la ubicó enseguida.
-Lamento el retraso. –dijo sentándose y quitándose la cartera –Tuve que hacer trámites y George fue a...
-Ya, no me cuentes –la interrumpio secamente.-Pedí café, ¿querés uno?
-Bueno, pero con leche. –Eva llamó al camarero y le dio la orden. Pattie sólo la observaba, casi hasta con miedo. Las veces anteriores, Eva le había mostrado que tenía garras y dientes para defender  lo que quería, pese a parecer una chica frágil y triste.
-Te llamé para que arreglemos todo de una vez -dijo Eva. El camarero se acercó con el café de Pattie.
-Ya era necesario eso –contestó la rubia, revolviendo –Eva, yo no quiero estar así con vos. Sos una persona importante en la vida de George.
-No quiero que me hables de George.
-Pero yo sí. –dijo con contundencia –Repito, es necesario. Por él estamos así. Yo no vine a quitártelo, simplemente me enamoré, y no me imaginaba para nada que los rumores sobre vos y ellos eran ciertos. Igual él no tiene la culpa, no creas que lo estoy culpando de todo.
-A veces pienso que la culpa fue mía, y a veces que la culpa no es de nadie. Esto era una aventura y como tal, tenía que acabar. Bien o mal, pero tenía que acabar.
Pattie asintió, y le dio un sorbo a su taza. Sentía la mirada de Eva, y sabía que estaba odiándola. Ella también le había tomado odio, porqeu siempre iba a estar en la vida de George, y por ser una mujer tan fuerte y que inspiraba respeto por todo lo que había vivido, cuando ella se sentía una estúpida.
-Eva, sé que no me podés ni ver, y si te soy sincera, yo tampoco a vos. Sin embargo, te admiro. Es algo muy raro lo que siento por vos, y sé que a Linda le pasa lo mismo.
-Me estoy dando cuenta que mi mayor habilidad es confundir a la gente y por lo tanto, generarle sentimientos encontrados –quiso sonar sarcástica, pero parecía mas triste que otra cosa.
-Tratemos de no pelear mas, sigamos sintiendo lo que sentimos, pero no peleemos.
-Por George.
-Sí, por él.
-Bien, asumo que lo perdí.
-Nunca lo perdiste Eva, nunca.


Regresó a la casa con paso lento, esquivando miradas indiscretas. Sólo tenía que cambiarse y salir nuevamente hacia la casa de Anne, que la había invitado a cenar. Ringo había prometido acompañarla.
Cuando llegó se encontró con que él no estaba, pero sí John...con Paul. Ambos discutían sobre una canción, mirando fijamente un trozo de papel que la letra desprolija de John había llenado de garabatos y tachones.
-Hola. –saludó con una sonrisa forzada, sacándolos del mundo aparte en el que se metían cada vez que componían.
-Hola.- respondieron los dos, naturales.
-¿Ringo?
-Salió a....a buscar no sé qué cosa –dijo John –Pero volverá a tiempo.
-¿Salen? –preguntó Paul, al que se le notaba el esfuerzo para que su pegunta no sonara impertinente.
-Sí, Anne nos invitó a cenar.
-En realidad te invitó a vos, pero el enano se metió.
-John, no es necesario que te diga que vos también podés venir.
John esbozó una sonrisa dulce y negó con la cabeza.
-Gracias, pero me quedaré con mi amado Paul. Tenemos que terminar esto sí o sí.
-Como quieras –se encogió de hombros y se dirigió hacia las escaleras.
-Eva –Paul la llamó y se acercó casi corriendo.
-Si, ¿qué pasa? –respondió ella, solícita.
-Necesito hablar con vos.
-Claro, vení. –fueron hasta la habitación. Notó que Paul estaba nervioso y le sonrió. Por un momento tuvo la tentación  de tocarlo, pero se contuvo. Sabía que si cedía, rompería el delicado equilibrio que había entre ambos.
Paul se aclaró la garganta y la miró. No sabía porqué, pero le parecía verla más linda que antes. Quizás ya hubiera superado todo...
-Te tengo que decir algo, y sé que quizás no te caiga bien, pero no quiero que te enteres por boca de otro.
-Bien, decime, y no te preocupes.
-Linda está embarazada.
Fue como si le echaran un balde de agua fría y sintió que por unos instantes dejaba de respirar. Apretó los labios y luego sonrió ampliamente, tratando así que Paul no notara sus ojos húmedos de repente.
-Bueno...te felicito.
-Lo siento.
-Paul, ¿cómo vas a decir eso? Un hijo es una bendición, tendrías que estar feliz y no con esa cara. Lo pasado, pisado.
-Pero es que vos...
-Nada, olvidate de mí de una vez por todas. Mirá, ya tenés un gran futuro, y con alguien que querés. ¿O no la querés? –se arrepintió enseguida de aquella pregunta, era su crueldad la que había hablado.
Paul miró el suelo, con una media sonrisa, que mas parecía una mueca.
-Claro –fue todo l oque respondió.
-Saludala de mi parte. Y bueno, después me irás contando que tal todo ¿sí?
-Sí, como quieras.
Sonrió apenas y salió de la habitación, siempre con la mirada clavada en el suelo. Recién cuando vio que cerró la puerta, Eva dejó en libertad todo su llanto, su rabia, y su soledad.


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Hola! Después de mucho tiempo, volví con el capitulo 60 (Ya el capitulo 60. O debería decir, recién jaja) Como siempre, les dejo la canción que da título, que es de Diego Torres.

Saludos y hasta luego!!!