lunes, 16 de diciembre de 2013

Capitulo 68 You Know I'm No Good

Con las manos se planchó el saco y se miró en el espejo del ascensor. Estaba flaca, pero seguía manteniendo las curvas que al parecer habían sido deseables para unos cuantos. Sonrió con picardía, y miró el indicador, aún faltaban cinco pisos. Tenía su estrategia diseñada: nada de entrar  a las patadas, diplomacia ante todo.
Al fin se abrieron las puertas y se dirigió al departamento.
Tocó timbre, rogando que no tuviera visitas. Pasaron unos segundos y nadie respondió. Tocó nuevamente y nada. Molesta, insistió una vez más y por fin escuchó unos ruidos al  otro lado.
Cuando se abrió la puerta, Eva pestañeó por no poder hacer otra cosa. ¿Ésa era la famosa artista? Seguramente se había equivocado de departamento.
-Emm…Busco a Yoko Ono. –dijo al ver la cara de la mujer, que la miraba intrigada porque ella no decía nada.
-Soy yo.
Se aguantó la risa, por el contrario, se puse aún más seria.
-Soy Eva Sheels.
-No la conozco.
-Claro que no, jamás me has visto. Pero te hablaron de mí, ¿no es así?
-No, no sé quién es usted. Dígame qué quiere o llamo a la policía.
-Epa, epa…Resultaste una vigilante, ¿eh? Vamos, sabés perfectamente quién soy. Vine a hablar con vos.
-Ya le dije que no sé quién es usted, déjeme en paz. –intentó cerrar la puerta pero Eva se lo impidió de un manotazo y entró al departamento, sorprendiéndose a sí misma por su actitud.
-Dije que vine a hablar con vos,y no me iré, porque en vano no pago taxi.  ¿No me vas a hacer pasar?  Ay perdón, tendría que tratarte de usted, después de todo sos bastante mayor que yo.
-Sos tal cual te imaginaba, Eva Sheels. Una niñita tonta, una occidental tarada.
-Tal vez lo sea, sí. ¿Ves que me conocías, señora oriental?
-Andate.
-No. Dejá en paz a John.
-¿Por qué no hablás eso con él? Yo lo dejo, pero él me busca.
-No seas mentirosa, siempre lo estas llamando e invitando a estupideces tuyas.
-Él se interesa.
-¡No le eches la culpa!
-No le echo culpas, digo lo que sucede. Ahora si me hacés el favor, retirate, estaba inspirándome para una obra.
-Claro, una obra…
-¿Alguna vez has visto alguna?
-No, y no me interesa.
-Es una lástima, así te cultivás más…No creas que sos artista por haber actuado en una película clase B y por haber cantado hace años en un bar de mala muerte.
-¿Cómo sabés eso? –se estaba dando cuenta que su propósito de diplomacia sería imposible.
-Lo sé todo sobre vos, querida Eva. Pobre, me das lástima, eras una puta de categoría y ahora te aferrás al último que te queda. Es una pena tu vida.
-¡Callate!
-Ah no, entraste a mi casa por la fuerza, ahora escuchá lo que tengo para decirte. Cuidado, puedo ser la voz de tu conciencia.
-No sé quién sos ni que querés, pero no quiero que te acerques más a John, ¡dejanos en paz!
-Te repito, eso decíselo a él. ¿Por qué no te buscás a otros cuatro? Así no perdés la costumbre o se te cierra la vagina.
-Sos una puta.
-No tanto como vos, por suerte.
-Me estás cansando, así que me voy a ir.
-¿Qué? ¿Te diste cuenta de que no vas a ganarme? Tranquila, John todavía te ama, a veces te nombra cuando estamos en la cama.
-¡Hija de puta! Vine a hablarte, pero es imposible, te aviso que vas a terminar mal.
-La que va a terminar mal sos vos, John dentro de poco te dejará, el pobre está confundido, pero conmigo tiene estabilidad, algo que vos nunca le diste. Pensalo, si te suicidaras le harías un favor a todos, hasta a vos misma.
-A mí no me ganás tan fácil, japonesa de mierda.
-Encima xenófoba. De verdad Eva, me das mucha pena, te presentás tan linda ante mí, ¿para qué? Si total, el que parece que querés te va a dejar por mí, y mirá lo que soy. Aceptalo, no le diste nada, fuiste una irresponsable que nunca tomó una decisión y ahora está desesperada. Demasiado tarde, él se va a olvidar de vos en poco tiempo. Haceme caso, que te mates es una buena op…-Eva la calló con una bofetada que le dio vuelta la cara.
-¡Callate basura!
Yoko volvió a mirarla con una sonrisilla, casi diabólica, asintiendo.
-Típico de mujeres como vos.
Sin poder contenerse más, Eva la empujó haciéndola trastabillar, pero Yoko se aferró a ella y le clavó las uñas en la mejilla izquierda. Apenas gritó, casi ni habías sentido el rasguño de  la rabia que sentía dentro. Por el contrario, le mordió esa misma mano, y Yoko se zafó, mirando apenas su lastimadura. Enseguida se abalanzó sobre Eva y la tomó del cabello, aunque lo tenía tan bien atado que apenas podía agarrarlo. Eva la empujó, pero no lo logró, sólo consiguió que Yoko cayera y ella también.
-¡Te dije que terminarías mal! –Eva trató de incorporarse.
Sin embargo, no pudo. Yoko la derribó de un puñetazo en plena cara. Se quedó en el suelo, agarrándose la cara, tratando de no producir ni un gemido. Cuando apenas se movió para tratar nuevamente de incorporarse, Yoko se le tiró encima y la dio vuelta con violencia para que quedara boca arriba y la mirara. Eva vio los rasgados ojos llenos de odio, a través del cabello revuelto.  Estiró su brazo para alcanzar el pelo de Yoko, cuando sintió las manos de la oriental en su cuello.
-No me dejaste terminar, chiquilla maleducada. El suicidio es una buena opción y yo te ayudaré.
Sintió la presión en su cuello y que le faltaba el aire, se ahogaba, y además pataleaba en vano, con tal de zafarse. Estaba casi resignándose a morir así, cuando escuchó algo.
-¡Dejala!
Sintió que Yoko la soltaba, tosió y trató de incorporarse para salir huyendo de ahí. Cuando pudo tomar aire y recuperar la conciencia casi perdida, vio que, parado en la puerta, estaba John. Él tomó de un brazo a Yoko y la obligó a ponerse de pie.
-¡¿Qué le hiciste?! –le gritó enfurecido.
-¡Ella entró a mi casa a los gritos! ¡Y me pegó!
-¡La ibas a matar!
-Sí, ¿y qué? Sería una gran cosa para los dos.
-¡Sos un monstruo! ¿Cómo podés decir eso? Hemos hablado de paz, de no ser violentos ni con una mosca, ¿y querías matar a Eva?
-Sí. John, ella no te quiere, yo sí, yo…
-Basta. No te quiero oír más. No te quiero ver más.
Le tendió la mano a Eva, que se puso de pie con dificultad. Tironeó de ella con fuerza, llevándola a la salida.
-¡Te vas a arrepentir John Lennon!
Como respuesta, sólo obtuvo un portazo.




-¡Estás loca! ¡Loca!
Apretó los párpados, conteniendo las lágrimas. Le temblaban los labios. Bajó la cabeza y se apoyó en la mejilla el pañuelo embebido en alcohol que John casi le había arrojado a la cara. Trató de disimular su gesto al sentir el ardor en la herida.
-Perdón. –dijo apenas.
-¿Perdón? ¿Nada más que eso vas a decir?
-¿Qué querés que diga, que haga? ¿Querés que vaya  le pida perdón a ella y le de un abrazo? No me jodas.
-Menos mal que vi el desorden que dejaste. –dijo John, luego de un largo silencio –Supe qué buscabas. Fue como una corazonada, debía ir allí.
No respondió, se fue deslizando, apoyada en la pared, hasta quedar sentada en el suelo de la cocina. Le dolía todo su cuerpo y aún le costaba respirar con normalidad. El alma también le dolía, mucho más. Sin importarle que John estuviera mirándola con toda la severidad y quizás el odio del que era capaz, se puso a llorar como una niña, dejando fluír todo su sentimiento de fracaso y amargura.
-Bueno, bueno, no llores. –John se arrodilló y la tomó en sus brazos.
Se abrazó a él con fuerza, y la dejó que llorara todo lo que necesitara. A pesar de estar enojado, se sentía bien por tenerla así, abrazada. Cuando había visto a Yoko sobre ella, pensó lo peor. Aunque también se sentía culpable por todo.
-Perdón. –repitió ella, ya mas clamada –Juro que no me reconozco. Fui a hablar, aunque sabía que podía terminar todo así, y no me importó. Tenés razón, debo estar loca, enferma.
-Ya está, ya pasó. –John le acarició la otra mejilla con suavidad.
Vio que ella, en un gesto rápido, lamía la sangre que aún le brotaba del labio inferior. Sin poder contenerse, la besó, pero ella se soltó enseguida, con un quejido. 
-¡Te hice daño? –preguntó.
Eva sólo negó repetidamente con la cabeza.
-Eva, ¿por qué hiciste eso?
-Porque te amo. Sé que no es una buena forma de conquistar a alguien, pero…estoy desesperada. Sí, debo estar loca... No hay más explicación. Perdón. Soy un desastre.
-Nada de desastres, comprendo cómo te sentís. Estás celosa, eso pasa.
-Sí, claro que lo estoy, y además tengo la plena seguridad de que me vas a dejar. Lo cual quiere decir que haber ido a hablar y que casi me maten no sirve de nada.
-Eva, no te voy a dejar.
-Mentís. Ella me lo dijo. Vos ya no me querés  y ella te parece interesante. Me vas a dejar y yo te amo, y…bueno, nada de nada justifica lo que hice. Buena suerte, John.
-Vicky…
-Hasta acá llegué. Es en serio, no pelearé más, no lucharé más. Tenés el camino libre.
-Vicky, ¿y si lo intentamos?
-Intentamos ¿qué?
-Sé que me amás. Siempre estuve seguro, sé que amaste o seguís amando  a los chicos, sé que seguís amándome a mí por lo que hiciste hoy. Y también sé que te amo.
-No me mientas más.
-No te miento. Te amo. Y creo que podríamos intentarlo.
-No te entiendo.
-Eva, te hablo de intentar abrir los ojos. De estar juntos, nosotros dos y nadie más en el medio.
-No podrás,  seguirás con ella. Lo sé, te tiene enganchado de alguna forma.
-Sí, me tiene enganchado, no sé cómo. Pero te prometo que la dejaré de ver, esto de hoy…fue un desastre, no puedo estar con alguien así.
-Yo soy igual.
-Nada que ver. Vos sos vos, mi Vicky. Por favor Eva, dejemos de hacernos sufrir. Empecemos todo de vuelta. ¿Creés que podría funcionar?
-Bueno…funcionamos los cinco…
-Eva, no funcionamos los cinco.
-Es verdad.
-Mirá, el 90% de las parejas “de dos”, fracasa. Ya tenemos la estadística, así que podríamos intentarlo. O terminamos siendo del 90%, o somos del 10%. O somos vos y yo, que cuenta mucho más.
-John…no sé. A ver, me encanta lo que me decís, y porque me encanta, no sé si aceptar.  Ya no quiero sufrir más.
-No te haré sufrir, lo prometo.
Se quedó en silencio, sopesando la propuesta de John. Sonaba seguro, pero también sabía que era débil. En un momento, se dijo que no tenía que pensar más. Si sufría de vuelta, terminaría todo de una vez y para siempre. Pero si no se arriesgaba, nunca sabría qué sucedería. Al fin y al cabo, su vida había sido un constante “arriesgarse”.  
Sonrió, segura, y se abalanzó sobre él, para darle un beso lleno de pasión.
-Vicky, ¿aceptás o no? –dijo él, preocupado.

-¿Y a vos qué te parece?






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Hello people! Bueno, aquí les dejo el último capitulo del año...Hubiera querido terminar el año y terminar el fic, pero no he podido, así que enero de 2014 será el mes definitivo (si no me pasa nada, claro jaja) 
Como siempre, la canci´no, de la gran Amy Whinehouse:

lunes, 9 de diciembre de 2013

Capitulo 67 Eres lo único precioso que en mi mente habita hoy...

Tomaba su café bien cargado y leía el periódico. Aún no podía olvidar la noche anterior: la alegría y las felicitaciones se habían ido al cesto de la basura con John. Pero las cosas no quedarían así, lo iba a enfrentar para que le dijera la verdad sobre esa tal Yoko.
-¡Buen día! –Ringo apareció desde la calle, sonriendo -¿A qué no sabés? Salí temprano y…¡conseguí casa!
-Ah. Te felicito.
Cambió su sonrisa por una mueca.
-Perdón Rich, me alegro mucho, de verdad, pero no puedo estar igual de feliz.
-Lo siento. –se dejó caer en la silla frente a ella y le tomó las manos –Mirá Eva, si esto te resulta difícil, yo puedo quedarme.
-¿Eh? ¿Estás loco? No, no, tenés que hacer lo que te parezca mejor para vos, yo no quiero atarte a nada.
-Anoche escuché lo que pasó con John. ¿Qué vas a hacer?
En ese momento, John entró a la cocina. Sin siquiera saludar, se paró frente a ella.
-Perdoname. Por favor.
Ringo comprendió que allí no tenía que hacer nada más y se fue, aunque sabía que Eva no quería que la dejara sola. Ella sólo suspiró y dio vuelta una hoja del periódico, sin siquiera dirigirle la mirada a John.
-Vic, por favor…
El teléfono comenzó a sonar y Eva se puso de pie para atenderlo, mientras John la seguía insistiendo en su pedido de perdón. Intentó que ella no levantara el tubo, pero fue en vano.
-Hola. –contestó, ignorándolo completamente.
-Hola, quería hablar con John…
No necesitaba ser muy inteligente para saber quién era, así que le pasó el auricular  a John, casi arrojándoselo.
-Vicky…-insistió él, cuando cortó la comunicación, casi enseguida.
-No me hables.
-Pero, a ver, no sé porqué pensás mal de ella. Es alguien especial.
-¿Especial? John, basta. Cortemos con todo esto. Decime qué te pasa con ella.
-¿Eh? Vicky no me pasa nada. Me parece alguien muy interesante, es más, deberías conocerla. La estás juzgando sin saber quién es.
-Quiere algo con vos. Te lo digo así, sin haberle visto jamás la cara.
-¿Y cómo estás tan segura?
-Por favor John, nos conocemos. Te llama seguido, te invita a no sé qué cosas de exposiciones, apenas te dirige la palabra por teléfono…Y vos, mirá, vos das lástima. Te ponés estúpido cuando hablás con ella, y bueno, lo de anoche me confirmó todo. A mi no me vas a hacer creer que te presentó a colegas. ¿Qué hiciste? ¿Te acostaste con ella, no?
-Victoria, ¿qué decís? Mirá toda la historia que te inventaste, ¡nada de eso es cierto! –replicó indignado.
-Decímelo a la cara John Lennon –le tomó el rostro y lo obligó a mirarla.
-No me busques Victoria…
-Mirame  a los ojos y decime que no te pasa nada con ella. Atrévete a mentirme, ¡vamos!
Se hizo silencio, apenas interrumpido por Ringo que se apoyó en el marco de la puerta y miraba todo desde allí, negando con la cabeza, tratando de creer hasta adónde habían llegado las cosas.
John bajó la vista y se mordió el labio inferior.
-Está bien, estoy confundido, no sé qué me pasa con ella.
Lo soltó sin despegarle la mirada, asintiendo con la cabeza y apretando los dientes.
-Lo sabía, lo sabía. Pero esto no se queda así John. Esa mujer me va a escuchar.
John levantó la cabeza y sin querer, Eva tembló. Jamás había visto furia en sus ojos, que despedían llamas. Sin embargo, se mostró inmutable.
-¿Y por qué? –dijo él, acercándose amenazadoramente -¿Por qué te vas a meter?
-Porque sí, porque ella no lo va a tener tan fácil.
-Claro, a los otros los dejaste ir, si no me equivoco, ya arreglaste todo con Ringo y lo dejaste, ¿por qué a mí no? ¡No te metas!
-¡Hago lo que quiero y claro que me meto en tu vida!
-¿Acaso yo me meto en la tuya? ¿Acaso alguna vez te reproché que estabas con tres más aparte de mí?
-¡Mirá con lo que salís! ¡Eso fue acordado!
-¿Y por qué no puede ser acordado esto también? ¿Por qué tengo que hacer lo que vos querés? ¿No tengo derecho a estar confundido y lleno de dudas como vos? –la tomó de un brazo con violencia, y ella soltó un quejido.
-Ey, ey, paren acá –intervino Ringo -¡John, soltala!
-No lo voy a hacer –respondió entre dientes, apretando aún mas el brazo de Eva –No lo voy a hacer hasta que me diga porqué dejó en paz a ustedes y a mí no.
-¡Soltame John! ¡Me hacés daño!
-¡John, soltala!
-¡Que no! Vos nunca tomaste una decisión, te la pasaste llorando, y claro, como yo soy el estúpido que se quedó último, no me querés dejar elegir ¡no me importa! ¡Te jodés por no decidirte! ¡Te vas a quedar sin ninguno!
-¡John!
-Tendría que haber hecho caso  a lo que pensé al principio sobre vos, ¡que sos una bruja!
-¡No me digas eso John! ¡Y no hago todo esto para no quedarme sola!
-¿Y entonces por qué mierda lo hacés?
-¡Porque te amo, carajo! Siempre te amé, y tomé una decisión: ¡te elijo a vos! Por eso dejé a Ringo, porque con quien quiero estar es con vos. ¡Y ahora soltame!
Se quedó boquiabierto, palideció. Con lentitud aflojó la fuerza en el brazo de Eva hasta que ella se zafó, mirándolo con una expresión de odio y rencor.
-¿Es verdad eso que dijiste?
-Sí. Pero también te odio, nunca te escuché decir cosas tan hirientes.
-Victoria…
-Dejame John, ya está. Me voy de esta casa, esto fue suficiente.



Tapada hasta la cabeza, contenía las lágrimas. Había pasado toda la tarde allí, tratando de entender lo que había sucedido. John, su elegido, el que sabía que tenía su corazón en la mano, le había dicho cosas horribles, cosas que realmente pensaba sobre ella. Pero más allá de eso, lo que mas le dolía era que había reconocido estar confundido con Yoko. No estaba dispuesta a perderlo como a los otros, porque a él si lo quería, de una forma distinta y mucho más intensa. Por él sí iba a luchar costara lo que le costara.
Escuchó golpes en la puerta pero no se molestó en contestar. La puerta se abrió, escuchó pasos y sintió que alguien se sentaba sobre la cama y la destapaba con suavidad hasta los hombros. Apretó los parpados, haciéndose la dormida.
-A mí no me engañás, Evy.
-¿George?
Abrió los ojos y lo vio, sonriente.
-Sí, soy yo.
-¿Qué hacés acá? –se incorporó  algo asustada.
-Ya me enteré de todo. Así que le dejaste el camino libre a Ringo para estar con John, y  resulta que a él le gusta la japonesa ésa.
-¿La conocés?
-No, pero Paul me habló. Un bicho raro, que le está metiendo ideas aún ms raras a John.
-Con razón está con un carácter tan cambiante.
-La ve seguido. Y nos odia. Ya sabés que las cosas en la banda no van bien, pero si John te deja por esta mujer, se acaba todo.
-George, vos también me dejaste.
-Lo sé, lo sé. Pero vos a John lo querés, y él te quiere, pero no se da cuenta porque esta mujer lo tiene ciego. Tenés que ponerte las pilas y abrirle los ojos.
-Ah, yo no puedo creerlo. Primero Ringo, ¿y ahora vos, dándome consejos?
-Te lo digo por tu bien. Ya sabemos cómo fueron las cosas entre nosotros, todo fue cambiando, pero vos con John no, y todos sabemos que él te quiere. Si terminan todo, él se va a arrepentir. Bueno, vos también.
-¿Y entonces?
-No sé. Lo único que te digo es que hagas algo.

Hacer algo. ¿Hacer qué? Ringo y George, los más inesperados consejeros y celestinos, tenían razón. Pero, ¿cómo llevar esos consejos a la práctica? ¿Cómo hacía para que John se diera cuenta de que a quien quería era a ella?
Suspiró agotada. Su decisión había sido mas problemática de lo que esperaba. Una vez que obedecía a su corazón, que estaba dispuesta a quedarse con uno, aparecía alguien más en escena.




El cumpleaños del pequeño Patrick llegó y para Eva fue una bendición pasar una tarde ocupándose de mimar a su ahijado y divirtiéndose con quienes quería. Más que nunca, sus amigos constituían un remanso para su vida sobrecargada de tensiones y conflictos.  A la hora de la cena decidió volver a casa, demasiado había comido durante la tarde para además cenar. Llegó a la casa aún sintiendo en los labios el gustito a chocolate de las tortas que había ayudado a devorar. Entró a la sala con una sonrisa, recordando uno de los tantos chistes malos que Jenny había contado durante la tarde. Pero la alegría se le borró de un plumazo cuando vio allí, sentadas, a Linda y Pattie.
-¿Y ustedes? –dijo sin molestarse en ocultar su disgusto.
-Eva, ya sabemos que no te complace recibirnos –Linda se puso de pie y se acercó a ella –pero necesitamos hablar.
-Bien, ¿qué quieren? –arrojó su cartera en uno de los sillones y se sentó -¿Alguna tiene cigarrillos? Los míos se acabaron.
Pattie le dio uno y fuego. Luego de la primer calada, se recostó sobre el sillón y se cruzó de piernas -¿Y?
-Es sobre la banda –comenzó Pattie –Parece que los problemas son graves. Escuché a George hablar de “separación”.
-¿No estaría hablando de vos?
Ambas la miraron con gravedad y ella exhaló el humo. –Perdón, no estoy con días buenos.
-¿John no te ha dicho nada?
-¿John? Jaja, sí, claro. Linda, las cosas no están muy bien como para que me hable de la banda.
-¿Ah, sí?
-Sí, la verdad es que no he podido cumplir con lo que les prometí, básicamente porque no he escuchado nada. John y Ringo apenas hablan de esos asuntos, prefieren tratar otros temas.
-Paul ha mencionado a una artista que John conoce…
-No me devuelvas el dardo envenenado, Pattie. –sonrió con malicia-Pero bueno, si nos ponemos serias, sí. John está viendo a una artista, que según me ha dicho George, es media rara.
-Eva, no es por hacerte daño pero….George dice que esa mujer lo está influenciando a John, que odia a todos y que John está muy cambiado. ¿Vas a hacer algo?
-Por supuesto que voy a hacer algo. Ustedes no se preocupen que Eva Sheels hará algo.



Violar la correspondencia ajena y revisar cajones era delito, pero a esas alturas de su vida, poco le importaba. Asé que allí estaba, revisando cada cosa de John, sin tener ni el más mínimo cuidado en dejarlas en su sitio. Que se enterara de lo que era capaz de hacer por él, que se diera  cuenta de  lo que sentía. ¿Si se estaba volviendo una loca obsesiva? Quizás, pero eso tampoco le importaba.
Una tarjeta blanca con finas letras plateadas le dio la información que necesitaba: una dirección. Sonrió triunfal y se dirigió a su habitación. Allí se puso su mejor ropa de calle, un trajecito sastre blanco y negro, y unos zapatos de taco. Por las dudas, se ató bien el pelo con un rodete. Se maquilló y se perfumó como si fuera a una cita romántica y guardó la tarjeta en el sostén.
Cuando puso un pie en la calle, supo que nada la pararía. Era hora de que Yoko Ono la conociera, y en su peor versión.



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Hola!!! Qué tal? Espero que bien. Como ven, la cosa se va poniendo buena jajaja. Atención al próximo capitulo. 
Como siempre, les dejo la canción, que me da mucha nostalgia, porque con mi mejor amiga se la dedicamos, durante toda nuestra adolescencia, a todos los chicos de los que nos enamoramos. Bueno, tampoco fueron tantos jaja.  "Eres" de Café Tacvba.
Me despido dejándoles saludos y hasta la próxima!